Murió Margot Friedländer, sobreviviente del Holocausto que inspiró generaciones

La alemana Margot Friedländer, una de las testigos más destacadas del Holocausto, falleció el viernes a los 103 años en Berlín, su ciudad natal. Con su partida, Alemania pierde una figura clave en la historia contemporánea, quien dedicó su vida a preservar la memoria de los horrores del nazismo y promover el entendimiento entre generaciones.

Friedländer, quien sobrevivió a los campos de concentración y se exilió durante seis décadas en Nueva York, regresó a Berlín en 2003. Desde su retorno, se convirtió en una incansable defensora de la reconciliación, compartiendo su desgarradora historia con jóvenes y luchando por la empatía como respuesta al odio. Su dedicación a la educación y su activismo la convirtieron en un ícono de la memoria histórica en Alemania.

La fundación que lleva su nombre expresó su pesar por su fallecimiento, destacando su contribución incansable a la sociedad alemana: “Con su muerte, Alemania pierde una voz importante en la historia contemporánea”, señalaron en un comunicado. Friedländer estaba programada para recibir una de las más altas condecoraciones alemanas de manos del presidente Frank-Walter Steinmeier, una ceremonia que fue cancelada debido a su delicado estado de salud.

A pesar de las tragedias personales que vivió durante el régimen nazi, incluyendo la pérdida de sus padres y su hermano en los campos de concentración, Margot Friedländer nunca perdió su capacidad para perdonar y abogar por la unidad. “No mires lo que te separa. Mira lo que te une. Sé humano”, expresó en 2023, un mensaje que reflejaba su lucha por la paz y la reconciliación.

Su historia de vida, marcada por el sufrimiento y la esperanza, también la llevó a ser reconocida por su elegancia y su amor por la moda. En 2024, Margot Friedländer fue portada de la revista Vogue, una celebración de su legado y su singular capacidad para mantener su estilo refinado a lo largo de los años. En la sesión fotográfica realizada en el Jardín Botánico de Berlín, fue capturada con vestidos de colores florales, una sonrisa serena y un porte digno de admiración.

Friedländer nació en 1921 en una familia de fabricantes de botones y, antes de ser arrastrada por la persecución nazi, soñaba con convertirse en diseñadora. Aunque la guerra truncó su sueño, nunca abandonó su pasión por la moda, conservando un vestidor lleno de piezas clásicas y de diseñadores reconocidos. Su prenda más preciada era un collar de ámbar, el último recuerdo que conservaba de su madre, asesinada en Auschwitz.