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Sin mujeres no hay democracia

Resumen

El liderazgo femenino en Colombia es esencial para la democracia y la justicia social. Las mujeres deben participar de manera activa en la política para evitar la perpetuación de estructuras excluyentes que limitan los derechos y afectan toda la sociedad.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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Sin mujeres no hay democracia

Por: Luisa Fernanda Guerra*

En un país como Colombia, donde las regiones enfrentan desafíos en el acceso a derechos y la participación política, el liderazgo femenino se convierte en un pilar para la transformación social. El principio de participación ciudadana refuerza la necesidad de que las mujeres tengan voz en la toma de decisiones y en la formulación de políticas públicas. Sin su presencia activa en la democracia, las sociedades corren el riesgo de perpetuar estructuras de exclusión que limitan el ejercicio pleno de derechos y afectan la justicia social.

Las mujeres no solo son importantes en la democracia como votantes o candidatas, sino también como activistas, defensoras de derechos y constructoras de ciudadanía. Por ello es fundamental asegurar condiciones dignas para su participación, garantizando entornos libres de violencia, donde puedan ejercer su liderazgo sin miedo y con plenas garantías democráticas.

Según la MOE, en las elecciones territoriales más recientes, de los 184 hechos de violencia registrados en contra de los liderazgos de mujeres, el 72% se dieron contra lideresas políticas, presentando un aumento del 158,8% respecto a las elecciones de 2019. El 28% restante se atribuyó a violencias contra lideresas sociales (24%) y comunales (4%). El rol de cada uno de estos liderazgos es vital en el correcto funcionamiento de una democracia.

Las lideresas políticas participan en la estructura formal del poder y en los procesos de toma de decisiones a nivel institucional. Su papel es clave porque contribuyen a la representación de los intereses de las mujeres y otros sectores en la formulación de leyes y políticas públicas. Las lideresas sociales trabajan en defensa de derechos humanos, ambientales, víctimas del conflicto, poblaciones indígenas, afrodescendientes, campesinas, LGBTIQ+ y comunidades en condición de vulnerabilidad. Su labor es vital en una democracia porque promueven la participación ciudadana, denuncian injusticias y buscan transformar las condiciones sociales y económicas de sus comunidades.

Las lideresas comunales desempeñan un papel clave en la organización de sus barrios, veredas o localidades a través de Juntas de Acción Comunal (JAC) u otras instancias de participación vecinal. Son quienes articulan soluciones a problemas como el acceso a servicios básicos, seguridad o infraestructura.

La violencia contra lideresas políticas, sociales y comunales no sólo desincentiva la participación de las mujeres en la política local, también debilita la democracia subnacional al restringir la diversidad de voces en la toma de decisiones y perpetuar la exclusión de sus liderazgos en las regiones. Allí su rol es aún más significativo ya que muchas lideran procesos de reconciliación, defensa del territorio y economía popular, visibilizando problemáticas que históricamente han sido invisibilizadas. Por esto sin mujeres no hay democracia. Porque su participación promueve la inclusión de voces de otras mujeres, de sus territorios y de sus procesos en la deliberación y la toma de decisiones. (*) Investigadora de Dejusticia.

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