Miguel Ángel Pinto le dice adiós a la política

Miguel Ángel Pinto se retira del Congreso como una de las figuras más visibles de la oposición a las reformas sociales del gobierno Petro. Su rol en la Comisión Séptima frenó la reforma a la salud y modificó el curso legislativo del Ejecutivo. Su trayectoria legislativa deja una marca singular: la de un parlamentario que acumuló múltiples presidencias en comisiones y corporaciones, mantuvo un discurso de independencia y sostuvo, para bien o para mal de sus detractores, una posición férrea frente al gobierno.

Por Camilo Ernesto Silvera Rueda -Redacción Política / EL FRENTE

En los pasillos del Capitolio Nacional, donde los acuerdos se deslizan con la sutileza de un rezo y las traiciones con la boca seca de un juramento roto, el nombre de Miguel Ángel Pinto terminó convertido en una especie de llave inglesa parlamentaria: incómodo, preciso, resistente a la presión. Para muchos en el Congreso, especialmente dentro del Pacto Histórico, Pinto ha sido una de las figuras más difíciles de doblegar durante el trámite de las grandes reformas que impulsó el Gobierno del presidente Gustavo Petro.

Desde su silla en la Comisión Séptima del Senado, un escenario crucial para el debate sobre salud, trabajo y pensiones, el congresista santandereano del Partido Liberal asumió el rol de opositor técnico, meticuloso y persistente que terminó por fracturar la línea de flotación de la reforma sanitaria, la más ambiciosa del Ejecutivo.

Su voz, que durante meses operó como advertencia y martillo, volvió a sonar con intensidad en una reciente intervención pública. En ella defendió sus decisiones, denunció lo que considera un colapso programado del sistema de salud y anunció, además, que no regresará al Congreso después de finalizar su periodo.

Este reportaje, en entrevista exclusiva con Rafael Serrano Prada, desmenuza esas declaraciones, revisa su actividad legislativa y reconstruye el itinerario político que lo llevó a convertirse en una de las figuras más visibles del actual periodo legislativo.

Pinto y la reforma a la salud

La Comisión Séptima se volvió, sin esperarlo, el campo de batalla más áspero del gobierno Petro. Allí, donde se discuten reformas estructurales al sistema de salud, el senador Miguel Ángel Pinto asumió un papel determinante.

Durante la entrevista, Pinto relató que la reforma llevó un proceso extenso que comenzó en abril más de ocho audiencias públicas en distintas regiones, cuatro mesas técnicas de expertos, intervenciones de ministros, académicos, asociaciones médicas, IPS y especialistas.

A pesar de ese despliegue, la ponencia principal, la que pedía archivar la reforma, dominó el debate. Según Pinto, justo cuando se discutía este punto, el proceso se suspendió por una comunicación del Ministerio de Hacienda la reforma estructural del gobierno no tenía recursos para financiarse.

Por ejemplo, de acuerdo con lo que explicó el senador Pinto, el cálculo oficial hablaba de un déficit superior a 116 billones de pesos para el año 2026. La CAF, incluso, proyectaba 126 billones. El mensaje fue claro: sin una reforma tributaria que generara nuevos ingresos, la propuesta de salud no podía avanzar.

La semana pasada, agrega Pinto, las comisiones económicas del Senado archivaron la reforma tributaria, lo que automáticamente dejó sin piso la transformación del sector salud.

Para el senador, el Gobierno pretendía “acabar con el sistema de salud colombiano”, un sistema que en sus palabras funcionaba con problemas, pero con una cobertura histórica del 98%.

Pinto asegura que desde el inicio del gobierno, y particularmente bajo la conducción de la exministra Carolina Corcho, se promovió la idea de generar una “crisis explícita” para justificar la reforma.

Su versión sostiene que el Gobierno dejó de girar recursos a EPS intervenidas, lo que habría provocado desabastecimiento de medicamentos y deterioro de la atención, afectando especialmente a pacientes con enfermedades huérfanas y crónicas.

El punto más álgido de su denuncia apareció cuando habló del manejo de EPS intervenidas: “Los interventores han sido puestos por el Gobierno. Administran más de 32 millones de usuarios y no giran los recursos. Se están muriendo los pacientes”.

Incluso recordó denuncias realizadas por el entonces superintendente de Salud sobre desaparición de 1.3 billones de pesos en EPS intervenidas, lo que generó su salida inmediata del cargo.

Con estos argumentos, Pinto ratificó que en la Comisión Séptima existe una mayoría “pequeña pero firme” que no permitirá la aprobación de la reforma tal como está planteada.

El pulso legislativo de Pinto en el Congreso

Más allá de la reforma a la salud, el senador ha tenido un recorrido legislativo robusto y, según él mismo describió, “sin escándalos, sin vender el voto y sin arrodillarse a ningún gobierno”.

Cabe recordar que ya son varios los hitos de su actividad pública: fue representante a la Cámara por Santander (2014–2018), en 2015 presidió la Comisión Primera de Cámara, una de las más relevantes para reformas constitucionales, en 2016 llegó a la Presidencia de la Cámara de Representantes, un cargo que lo proyectó en el escenario nacional.

Para su primer periodo en el Senado (2018–2022) llegó con más de 85.000 votos, allí presidió la Comisión Primera de Senado, un espacio por el que transitan reformas constitucionales, estatutarias y proyectos del más alto impacto político.

En esa comisión coincidió con figuras como Gustavo Petro, Armando Benedetti, Roy Barreras, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal. Presidió también la Comisión de Ética del Senado. Su reelección en 2022 fue con 113.000 votos, convertida en una de las votaciones más altas del Partido Liberal. Mas tarde, fue elegido Vicepresidente del Senado y luego Presidente, tras la anulación de la elección de Roy Barreras. En la actual legislatura preside la Comisión Séptima, desde donde ha liderado los debates de la reforma a la salud. En total, asegura haber ocupado seis presidencias dentro del Congreso en 12 años, un récord que muy pocos parlamentarios han logrado.

Un testimonio personal que

cambió su rumbo político

El senador relató también un aspecto íntimo que explica su decisión de no buscar un nuevo periodo. Hace cuatro años, durante la campaña al Senado, su esposa enfermó gravemente. Pasó casi tres meses internado en una clínica con ella, hasta su fallecimiento.

De esa experiencia nació la determinación de que esta sería su última etapa en el Congreso. Hoy, dice, su prioridad es su hija de 12 años: “Ella es lo que le quedó de su mamá. Es mi responsabilidad. No puedo recorrer el país en campaña mientras ella me necesita”.

A pesar de recibir ofertas para encabezar lista al Senado de su partido, o incluso para aspirar a la Presidencia en una consulta, Pinto sostiene que su decisión fue tomada hace años y no cambiará.

En la conversación, Miguel Ángel Pinto cuestionó la proliferación de congresistas “cooptados” por el Gobierno y señaló que, en Santander, la mayoría de los 18 parlamentarios acompañaron iniciativas del Ejecutivo. También lanzó una advertencia electoral: que la oposición debe llegar unida a la consulta del 8 de marzo para enfrentar al Pacto Histórico en las presidenciales del próximo año. Su testimonio, más que una despedida, pareció la radiografía de un ciclo político en tensión. Un país dividido, un Congreso fragmentado y una reforma que, según todo indica, no verá la luz.

Ahora su salida no está marcada por el cálculo político sino por un motivo íntimo y familiar que él mismo no oculta. Después de 12 años de vida legislativa, de debates intensos y duros enfrentamientos con el poder, Pinto cierra un capítulo. No es habitual ver a un congresista retirarse en el punto más alto de su visibilidad, y tal vez por eso su decisión ha causado ruido dentro y fuera del Capitolio.

Mientras tanto, en la Comisión Séptima, la reforma a la salud sigue pendiente. Y en su relato, Pinto dejó claro que, por lo menos mientras él presida la comisión, no dejará que el proyecto avance en los términos planteados por el Gobierno.