La 'maldición de mi otro yo' la vive en carne propia un tocayo del creador de Facebook
Resumen
Un abogado de Indianápolis llamado Mark Zuckerberg fue bloqueado varias veces de Facebook por su nombre. Perdió dinero en publicidad y clientes. Meta admitió el error y restauró sus cuentas, pero el daño ya está hecho y ahora exige compensaciones.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Un abogado de Indianápolis vive en carne propia lo que muchos considerarían una broma pesada: llamarse exactamente igual que el fundador de Facebook.
Su nombre es Mark Zuckerberg (sí, en serio) y lejos de abrirle puertas en Silicon Valley, le ha cerrado varias… y para comenzar, las de su propio perfil en Facebook, ya que durante ocho años, la red social le suspendió sus perfiles nueve veces, acusándolo de “suplantar a un famoso” o de usar un nombre falso.
La paradoja es tal que el pobre Zuckerberg (el abogado, no el millonario de las sudaderas grises) perdió más de 11.000 dólares en publicidad, meses de clientes y hasta la paciencia. Meta, con cara de “oops, lo sentimos”, reconoció el error y le devolvió sus cuentas, pero el afectado insiste: el daño ya está hecho.
“Me pedían desde la licencia de conducción hasta vídeos mostrando mi cara para probar que existo. Igual me cerraban todo”, contó entre frustrado y resignado.
La cosa se volvió tan absurda que en 2020 lo confundieron en Washington con el Zuckerberg original y lo incluyeron en una demanda judicial. Además, recibe a diario mensajes con quejas sobre la red social, propuestas de cómo “mejorar Facebook” y hasta insultos que claramente estaban dirigidos al otro.
Meta asegura que trabaja para que estas confusiones no se repitan, aunque el abogado ahora exige compensaciones millonarias y, de paso, garantías de que no volverán a dejarlo sin cuentas.
La historia recuerda otros enredos de nombres célebres, como el de Katy Perry vs. Katie Perry en 2019. Pero aquí la ironía es mayor: el “Zuckerberg equivocado” terminó demandando a la empresa que lleva el nombre del Zuckerberg verdadero.
En tiempos donde todo pasa por las redes sociales, llevar el mismo nombre que uno de los hombres más poderosos de internet no es un privilegio: es casi una maldición digital.