Joven murió en accidente y revive el dolor de su madre

Jonathan Correa, un hombre de 33 años que trabajaba como obrero en el campo, falleció la madrugada del domingo en un accidente de tránsito en la vía entre Cúcuta y Puerto Santander. Su historia, sin embargo, va más allá del suceso vial: es el reflejo de una familia marcada por la tragedia, el duelo no resuelto y las secuelas invisibles del dolor.

De acuerdo con el reporte preliminar de las autoridades, Jonathan se movilizaba en una motocicleta azul cuando, en inmediaciones de la vereda La Floresta, perdió el control del vehículo y cayó a una zanja. La comunidad fue la primera en reportar el hecho hacia las 5:30 de la mañana, pero debido a la compleja situación de orden público en la zona, ningún organismo oficial acudió al lugar. El cuerpo fue finalmente recogido por una funeraria.

Su madre, Claudia Patricia Correa, recibió la devastadora noticia mientras realizaba una diligencia doméstica. “Mi hijo está vivo, yo lo sé… ¡Otra vez, Dios mío!”, exclamaba desconsolada. Hace apenas cuatro años, Claudia había vivido un episodio similar: otro de sus hijos fue asesinado. Desde entonces, según relatan sus allegados, Jonathan cayó en una profunda tristeza, refugiándose en el alcohol, del que nunca logró desprenderse.

Su hermana, Reina Correa, narró entre lágrimas cómo el joven había mostrado señales de quebranto emocional desde la muerte de su hermano mayor. “En diciembre me dijo que él era quien debía estar en ese cuadro”, en referencia a la foto del difunto que cuelga en la sala de su casa. Ahora, esa imagen será acompañada por un segundo retrato.

La historia de esta familia deja ver cómo las heridas emocionales no atendidas pueden tener consecuencias tan letales como las físicas. Jonathan no solo murió en un accidente; también fue víctima de un dolor acumulado que nunca encontró alivio.