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El vino que nació del corazón verde de Santander

El vino que nació del corazón verde de Santander

Resumen

Saúl Moncada Romero transforma aguacates en vino en San Vicente de Chucurí. Su vino, similar a una champaña, destaca por sus propiedades antioxidantes. Su emprendimiento, El Cacaotal, se ha convertido en un referente de innovación en sabores santandereanos.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Andrés Quijano

En el corazón de San Vicente de Chucurí, cuna del cacao y tierra fértil de innovación artesanal, un hombre decidió transformar la esencia del aguacate en una experiencia vinícola única. Saúl Moncada Romero, conocido en su municipio y más allá como Sao Moro, ha convertido su pasión por los sabores santandereanos en una propuesta que sorprende a propios y extraños: el vino de aguacate. Desde su emprendimiento “El Cacaotal”, este creador incansable ha logrado convertir lo improbable en posible, llevando el nombre de su tierra a mesas nacionales e internacionales.

Todo comenzó, recuerda Moncada, como una aventura de curiosidad y persistencia. “La idea nace en San Vicente, después de trabajar con productos emblemáticos como el cacao, el café y el aguacate”, comenta. En su pequeño taller, entre helados, malteadas y postres, un día decidió intentar algo diferente: fermentar la pulpa del aguacate. Los primeros ensayos no fueron fáciles; el proceso, lleno de errores y ajustes, puso a prueba su paciencia. “Si algo no me funciona, paro un poco y luego sigo, hasta que lo logro”, afirma con una sonrisa que refleja orgullo.

El resultado de esa perseverancia es un vino blanco con matices verdosos, brillante, cristalino y sorprendentemente aromático. Su sabor, descrito por muchos como similar a una champaña o a un vino francés, ha conquistado paladares dentro y fuera de Colombia. Con un grado alcohólico promedio de 11.2°, el vino de aguacate Sao Moro no solo seduce por su sabor, sino también por sus propiedades. “El aguacate es antiinflamatorio y antioxidante, lo mismo que el vino de cacao. Es un producto que, además de rico, tiene beneficios para la salud”, explica el emprendedor.

El arte de transformar lo cotidiano

La elaboración del vino de aguacate exige un proceso artesanal meticuloso. Se utiliza la pulpa del aguacate criollo —la variedad más aromática de San Vicente—, que debe desengrasarse y antioxidarse cuidadosamente antes de iniciar la fermentación. “He hecho pruebas con otros tipos de aguacate, pero solo el criollo me da el resultado que quiero. A veces mezclo un poco de otros, pero el 70% debe ser criollo”, aclara.

El resultado final es un vino fresco, elegante y diferente, ideal para acompañar con quesos o carnes frías. “Un extranjero me enseñó que este vino se disfruta más con queso. Me recomendó el queso reinoso, que es muy parecido a los europeos”, comenta Moncada, quien ya planea incorporar tablas de queso y copas de vino como parte de la experiencia en su local.

Pero su espíritu inquieto no se detiene ahí. En diciembre, anuncia, lanzará cuatro nuevos productos que prometen ser igual de innovadores. Aunque prefiere mantener el misterio, adelanta que uno de ellos será un licor inspirado en los mismos sabores que lo han acompañado desde sus inicios. “Son productos que no están en el mercado, quiero que causen sensación”, afirma entusiasmado.

Del kiosco al mundo: el origen de El Cacaotal

El nombre “El Cacaotal” tiene una historia tan auténtica como el vino que produce. Nació en un pequeño kiosco de madera, ubicado en un terreno con plantas de cacao, donde Saúl dio sus primeros pasos como emprendedor. “Me iban a tumbar el kiosco, pero les dije que no lo hicieran, que ahí podía montar algo. No sabía de helados ni de postres, pero me animé. Los primeros eran horribles —ríe—, pero la gente me apoyó y me daba consejos”, recuerda.

Con el tiempo, aquel modesto kiosco se convirtió en un referente de creatividad gastronómica. Allí nacieron los helados artesanales de aguacate, cacao y café, que más tarde inspiraron la creación de vinos y malteadas. “Todo lo que hago parte del amor por mi tierra y del ejemplo de mi abuela, que me enseñó a preparar tamales, yogures y arequipes. Ella me transmitió el gusto por crear con lo que la naturaleza nos da”, confiesa.

Hoy, El Cacaotal está ubicado a una cuadra del parque principal de San Vicente, detrás de la iglesia, frente al Teatro Municipal. Es un punto de encuentro donde los visitantes pueden degustar helados, vinos y postres mientras conocen más sobre los procesos de transformación artesanal. “Ya hay parejas que me reservan para tomar una copa de vino, quiero ofrecerles también un acompañamiento con queso”, explica con orgullo.

Un embajador del sabor santandereano

El vino de aguacate no es el único logro de Sao Moro. También produce vino de cacao y de café, ambos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. “El vino de cacao tiene efectos antivirales, es muy saludable. En México me dijeron que allá hacen licor de aguacate, pero no vino. Por eso les llamó tanto la atención lo que hacemos aquí”, relata.

El impacto de su trabajo ha trascendido fronteras. Aunque aún no cuenta con registro sanitario internacional, sus vinos han viajado a lugares como Medellín, Santa Marta, Barranquilla, Valledupar y hasta el extranjero, gracias a viajeros que los llevan como recuerdo. “Me han mandado videos desde otros países probándolo. Que alguien diga ‘qué bueno lo que usted está haciendo por Colombia’ es algo que me llena de orgullo”, confiesa.

Además del vino, Sao Moro elabora cremas de aguacate, cacao y café, productos que también se ofrecen como opción para regalos y anchetas. “Todo lo que hago busca resaltar lo nuestro, mostrar que en Santander hay talento, creatividad y sabor”, asegura.

Más allá del emprendimiento: un mensaje de perseverancia

El éxito de Saúl Moncada es fruto de la constancia y la pasión. “Yo hago todo con amor. Si uno hace algo con amor, la gente lo apoya, incluso si al principio no está perfecto”, afirma. Su historia es la de un hombre que no se rinde ante las dificultades, que aprende del error y transforma lo cotidiano en arte.

Con una producción totalmente artesanal, El Cacaotal representa hoy un símbolo de innovación rural y de orgullo regional. Desde su pequeño local en San Vicente, Saúl demuestra que no hace falta tener grandes fábricas para crear productos de calidad internacional. Solo se necesita amor por la tierra, respeto por la tradición y el valor de experimentar.

Al despedirse, invita a todos a visitar San Vicente de Chucurí: “Allá los espero. Hay chocolateros, cascadas, ríos, senderismo, artesanías, mucho por conocer… y, por supuesto, nuestros vinos y helados. Quiero que la gente sienta el sabor de Santander en cada copa”.

La historia de Sao Moro y su vino de aguacate no es solo una anécdota curiosa: es un homenaje al ingenio santandereano, a la capacidad de reinventarse y a la magia de transformar los frutos de la tierra en orgullo nacional.

Entrevista completa aquí

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por Andrés Quijano

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