De un hashtag a la calle: Censura en redes enciende una revuelta
Resumen
El bloqueo de 26 redes sociales en Nepal desató violentas protestas lideradas por jóvenes de la Generación Z, resultando en 19 muertos, edificios incendiados y la renuncia del primer ministro K.P. Sharma Oli, marcando un cambio político en el país.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
El bloqueo de 26 redes sociales encendió la mecha de una revuelta sin precedentes en Nepal. Jóvenes de la llamada “Generación Z” salieron a las calles en protesta lo que provocó una ola de violencia que dejó al menos 19 muertos, decenas de edificios incendiados y la renuncia del primer ministro K.P. Sharma Oli.
Nepal vive un capítulo de intensa convulsión política y social. La decisión del gobierno de bloquear el acceso a 26 plataformas de redes sociales —incluyendo gigantes como Facebook, WhatsApp, Instagram, YouTube y X— detonó una explosión de indignación, principalmente entre jóvenes, conocida como las protestas de la Generación Z. El saldo: al menos 19 muertos, decenas de edificios incendiados, vuelos desviados y la renuncia del primer ministro K.P. Sharma Oli.
Nepal ya arrastraba una inestabilidad crónica: desde la abolición de la monarquía en 2008, el país ha tenido más de una docena de primeros ministros. La figura de K.P. Sharma Oli era vista por muchos como un símbolo de continuidad y desgaste, pues era su cuarto mandato.
Un apagón digital como chispa
El martes pasado, el gobierno nepalí ordenó el bloqueo de varias plataformas digitales tras fracasar los requisitos de registro que exigía su nueva normativa —que imponía licencias, representantes locales y renovaciones periódicas— lo que fue identificado por el Ejecutivo como una medida para combatir la desinformación y garantizar responsabilidad en línea. Sin embargo, este control chocó con una juventud que dependía de esas redes: en Nepal, cerca del 80 % del tráfico en internet transita por ellas.
La reacción fue inmediata: miles de jóvenes se concentraron frente al Parlamento exigiendo el fin de lo que consideraban un violento golpe a la libertad de expresión. El ambiente estalló en violencia cuando la policía respondió con gases lacrimógenos, balas de goma y fuego real.
La ira de una generación que ya no tolera desigualdad ni privilegios
El descontento no era nuevo. En redes, ya circulaba la campaña “Nepo Kid”, que cuestionaba a los hijos de la élite política por exhibir lujos mientras millones enfrentan precariedad.
Nepal enfrenta una presión económica severa que golpea de lleno a su juventud. El desempleo entre personas de 15 a 24 años superó el 20 % en 2024, según datos del Banco Mundial, sumiendo a miles en la incertidumbre laboral sin oportunidades claras para quedarse en casa. Al mismo tiempo, la economía depende en exceso del capital enviado desde el extranjero: las remesas representaron casi un 27 % del PIB en 2023, una carga estructural que convierte al país en uno de los más afectados globalmente por esta dependencia.
El movimiento “Nepo” ya había ganado fuerza en TikTok y foros juveniles, denunciando viajes ostentosos, autos de lujo y mansiones, en contraste con un país que vive con una de las tasas más altas de migración laboral hacia Medio Oriente y el sudeste asiático. Para la juventud, este bloqueo de redes fue la evidencia final de que el gobierno buscaba silenciar la indignación digital, lo que transformó un hashtag en un levantamiento nacional.
El fuego físico se disfraza de símbolo político
Las protestas no se limitaron a calles. Fueron incendiados edificios estratégicos como el Parlamento (Singha Durbar) y residencias de ministros. La policía respondió con una violencia que dejó al menos 19 muertos y más de cien heridos, de acuerdo con cifras oficiales.
En medio del caos y la indignación que explotó en Katmandú, las llamas alcanzaron más que edificios institucionales: también quemaron una casa con consecuencias humanas devastadoras. La víctima fue Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhala Nath Khanal, fallecida al quedar atrapada en el incendio provocado en su residencia.
En paralelo, el aeropuerto internacional de Katmandú fue cerrado y cuatro vuelos fueron desviados hacia Lucknow e incluso Delhi. Aerolíneas como IndiGo suspendieron sus operaciones hacia Nepal mientras la situación se tornaba ingobernable.
El hilo se corta: renuncia y promesas de investigación
El movimiento fue imparable. El gobierno cedió: levantó inmediatamente la censura digital, pero la revuelta ya había cobrado vida propia. Al día siguiente, el primer ministro K.P. Sharma Oli, en calidad de “caretaker”, anunció su dimisión. Se formará una comisión investigadora en un plazo de 15 días, se otorgarán compensaciones a familiares de los fallecidos y atención médica gratuita a los heridos.
Un país al filo de lo imprevisible
Nepal está en un punto de inflexión: la revuelta juvenil puso en jaque un sistema político agotado, mostró el poder organizado de una generación que busca más que conectividad: exige rendición de cuentas, justicia y renovación institucional.