Colombiano se salvó de morir en Terremoto de 7.9
Resumen
El terremoto de magnitud 7.9 en Birmania sacudió el sudeste asiático, afectando duramente a Bangkok y provocando caos y destrucción. Edificios colapsaron, el transporte público se detuvo y miles buscaron refugio en espacios abiertos ante el temor de nuevas réplicas.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Un terremoto de magnitud 7.9 con epicentro en Birmania (Myanmar) estremeció la región del sudeste asiático, dejando una estela de destrucción que también alcanzó a la capital de Tailandia, Bangkok. En esta ciudad, habitada por más de 14 millones de personas, se registraron movimientos de hasta 7.7 grados que provocaron pánico generalizado, daños estructurales y la paralización total del transporte público.
En medio de la emergencia, César Alvarado, un contador colombiano que reside desde hace dos meses en Bangkok, relató la dramática situación. “Toda la ciudad colapsó. No hay servicio de transporte público y muchos edificios presentan daños importantes”, declaró en entrevista con Caracol Radio. Alvarado señaló que las edificaciones más antiguas han sido las más afectadas.
Uno de los casos más graves ocurrió en el distrito de Chatuchak, donde un edificio colapsó con al menos 47 personas en su interior. Solo siete lograron evacuar antes del derrumbe, mientras equipos de rescate continúan en la búsqueda de sobrevivientes. “Probablemente veremos un número significativo de fallecidos en ese lugar”, advirtió el colombiano.
El terremoto obligó a miles de personas a abandonar sus viviendas y refugiarse en parques o espacios abiertos ante el riesgo de nuevas réplicas y el temor por la estabilidad de sus hogares. Según Alvarado, la ciudad quedó prácticamente inmovilizada. “El tren elevado y el subterráneo suspendieron operaciones apenas ocurrió el sismo”, explicó.
El colombiano, quien vive en un rascacielos de 40 pisos, relató cómo la intensidad del temblor provocó escenas insólitas, como la caída de agua desde piscinas ubicadas en las azoteas de los edificios, creando auténticas cortinas sobre las fachadas. “El movimiento fue muy fuerte y largo. Nunca había experimentado algo así”, confesó.
La evacuación en su edificio, donde residen cerca de 4.000 personas, se realizó entre caos y muestras de solidaridad. “Nos evacuaron entre 100 y 150 personas hacia una zona verde cercana. La gente ayudaba sin dudar”, señaló. Sin embargo, la incomunicación agravó la angustia, ya que muchos, como Alvarado, salieron sin teléfonos ni objetos personales y pasaron horas sin saber nada de sus seres queridos.
Las autoridades tailandesas aún no presentan un balance definitivo de víctimas y daños, pero se estima que la cifra de fallecidos supera el centenar, mientras que miles de personas enfrentan ahora una difícil situación. Las escuelas permanecen cerradas, muchos comercios operan de manera limitada y la infraestructura de transporte sigue comprometida.
“Algunas familias prefieren no volver a sus viviendas y están buscando alojamiento temporal en hoteles”, contó Alvarado. Además, destacó la difícil situación emocional que atraviesan, especialmente los niños. Su pareja, vicerrector de una escuela internacional, fue testigo del pánico vivido por los más pequeños. “Fue muy duro verlos tan afectados”, expresó.
La incertidumbre y el temor marcan el día a día de Bangkok y otras zonas afectadas, mientras las comunidades intentan reorganizarse y adaptarse tras el devastador terremoto.