Anatomía de un desgobierno

Por: Maura Samara Suárez
He intentado alejarme de los debates más discutidos, no porque no me interesen, sino porque considero que ya se ha hablado suficiente. Sin embargo, hoy es la excepción. Es importante recordar que Colombia es un sistema presidencialista. ¿Qué significa esto? Que alguien debe tomar las decisiones y dirigir el equipo de gobierno. Esa persona es Gustavo Petro. El martes pasado, fuimos testigos del colapso absoluto del primer gobierno de izquierda en la historia del país. Después de dos años y medio en el poder, parecía como si fuera la primera vez que el presidente y su gabinete se reunían. No había tareas asignadas, no existía un control sobre la gestión ministerial y, en su lugar, presenciamos un espectáculo de improvisación, desorganización, falta de liderazgo y un monólogo interminable donde incluso se habló de sancocho.
Esto me lleva a preguntarme: ¿Qué se ha hecho en los anteriores Consejos de Ministros? La respuesta la tiene Alejandro Gaviria en su libro La explosión controlada, cuando afirma: "Para gobernar, no basta con la voluntad y el teatro". Las reuniones pasadas se caracterizaron por largos discursos del presidente, una lluvia de ideas sin seguimiento ni planificación, sin agenda clara ni estructura para desarrollar políticas públicas. De este episodio se desprenden dos conclusiones innegables: primero, hay una evidente incapacidad de liderazgo; segundo, hay una falta de gestión derivada de esa ausencia de liderazgo. Analicemos cada una.
Este Consejo de Ministros fue convocado para reprender al gabinete por la falta de gestión, un gabinete marcado por la inestabilidad y la ausencia de resultados. Pero el problema no es el gabinete, es el líder. Petro exhibe una incapacidad alarmante para la autocrítica. Hacer una transmisión en vivo para decirle a su equipo que el único revolucionario es él y que el gobierno no lo es, resulta insólito. Cuando no hay liderazgo, solo quedan las peleas internas y el reparto de culpas. Esta reunión evidenció las fracturas dentro del gobierno, las dificultades para cumplir con su propio plan y, sobre todo, las enormes deficiencias de Petro como líder.
En cuanto a la incapacidad de gestión, esta se deriva directamente de la falta de liderazgo. La reunión fue convocada, en teoría, para abordar la crisis en el Catatumbo, pero Colombia enfrenta múltiples problemas urgentes: la crisis de medicamentos, las relaciones comerciales con Estados Unidos, la crisis fiscal. ¿Dónde están las soluciones? Lo que se evidenció fue un gobierno sin cohesión, sin trabajo en equipo, sin seriedad ni dirección. Durante seis horas de transmisión, no se tomó una sola decisión concreta para resolver los problemas del país. En su lugar, los ministros justificaron su inacción culpando a Laura Sarabia y Armando Benedetti.
Los propios ministros admitieron el fracaso de la "paz total", la existencia de problemas de corrupción y la falta de una agenda común. Incluso el mismo Petro señaló que sus ministros manejan agendas paralelas. Pero, ¿quién los nombró? Queda claro que aquí no hay un golpe blando ni una conspiración de oligarquías que le impidan gobernar. Lo que hay es un presidente que no quiere asumir su responsabilidad. Y este fracaso tiene un solo responsable: Gustavo Petro.
Este circo no es más que un intento de exponer públicamente las discusiones para intimidar a los ministros. No es liderazgo, es una estrategia de evasión. Se evidencia un desprecio por sus responsabilidades, como si el gobierno ya hubiera terminado cuando aún le queda un año y medio. Este show no buscaba definir un plan de acción, sino encontrar un chivo expiatorio para perpetuar la narrativa de víctima. Y eso, más que un acto de gobierno, es una burla para los colombianos.