Alcaldía de Bucaramanga no tapa la creciente inseguridad
Resumen
El centro de Bucaramanga enfrenta una crisis de inseguridad agravada por la presencia de microtráfico y habitantes de calle. Se requieren intervenciones sociales, urbanas y policiales integrales para transformar el entorno y reinstaurar la seguridad.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La situación crítica de inseguridad que se acrecienta en el centro de Bucaramanga exige una intervención decidida, contundente, sin más dilaciones y sin show a bordo.
La Alcaldía y la Policía nacional dieron cuenta del desmantelamiento de una poderosa banda criminal dedicada al narcomenudeo, pero en medio de un derroche de parafernalia, no pudieron tapar que eso no contribuye a la solución de los problemas que aquejan a la capital santandereana.
Las zonas de Parques como Centenario, San Pio, Antonia Santos y el del Agua han pasado a ser ‘tiendas’ donde venden todo tipo de estupefacientes al menudeo, sectores que requieren no sólo operaciones policiales, sino un compromiso real con la transformación social y urbana.
El proyecto “Bucaramanga Bonita Otra Vez” se ha estancado y las calles céntricas se han convertido en refugio de indigentes, drogadictos y habitantes de la calle, sumado al incremento de vendedores ambulantes que proliferan bajo la mirada de autoridades que permanecen inertes.
La apariencia de un centro renovado se disfraza de fachada maquillada, se blanquea el sepulcro mientras el interior se deteriora de forma degradante. El reto consiste en atacar las raíces del microtráfico, la delincuencia organizada y la crisis social que afecta a la ciudad.
Resulta prioritario desmantelar las redes de venta de droga, atacar a los implicados en el transporte y acopio de sustancias nocivas y aplicar medidas enérgicas contra las bandas delincuenciales.
Se debe ordenar la seguridad a través de operativos eficientes que pongan fin al terror instaurado en el centro. Las acciones han de ser contundentes y estratégicas, sin respuestas superficiales que sólo esconden los problemas.
El problema de los habitantes de calle –tratado antes en otra nota editorial de este diario- exige soluciones profundas. El Estado y el Gobierno local tienen la obligación de diseñar programas de retorno familiar, rehabilitación integral y generación de oportunidades laborales.
La política social tiene que incorporar la construcción de refugios dignos, la entrega de asistencia alimentaria y el acceso a servicios de salud y educación. Sólo con un enfoque integral se logrará recuperar la confianza de los ciudadanos y revertir el abandono del espacio público.
El centro de Bucaramanga demanda también un reordenamiento del espacio urbano. Las calles, parques y vías deben de convertirse en zonas de comercio regulado que impliquen el compromiso de los emprendedores con la limpieza y el orden.
La integración de estas iniciativas al Plan de Ordenamiento Territorial resultará en un uso responsable y constructivo del espacio público. La nueva identidad que se pretendió -aún hay tiempo- imprimirle a la zona debe ser un proyecto ambicioso que inspire a la ciudadanía y atraiga inversiones que revitalicen la vida del entorno.
Bucaramanga merece un epicentro ordenado, seguro y lleno de oportunidades, que las autoridades ofrezcan resultados contundentes, que las políticas públicas tengan coherencia, que el compromiso social se fortalezca y la identidad del centro histórico, que ha perdido esencia, se convierta en el pilar para una real recuperación de la seguridad.