Parálisis anquilosante
Resumen
La industria colombiana enfrenta un desmantelamiento crítico debido a errores gubernamentales y políticas arancelarias equivocadas. La salida de empresas y el retroceso en actividades productivas están amenazando seriamente el futuro económico del país.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Esta enfermedad está amenazando seriamente el futuro de Colombia como nación, el progreso es demasiado lento y en ocasiones se evidencia un retroceso. Hace algunas décadas Colombia ostentó la industria textil más descollante de Latinoamérica, gobiernos indolentes permitieron que esa actividad languideciera lastimosamente.
Errores garrafales impidieron que Colombia desarrollara una industria pesada digna de mención, en esto imperó un centralismo asfixiante, no se puede desarrollar un Rhur en la cima de las montañas.
El cierre y el éxodo de empresas industriales ha sido continuo en los años recientes, un manejo arancelario absurdo está desmantelando la industria nacional.
La lista de empresas que han desaparecido últimamente es preocupante, se retiraron dos ensambladoras de vehículos, Mazda y Colmotores, se cerró la planta de llantas Michelin, una de las factorías de Propal cerró sus puertas, numerosos laboratorios farmacéuticos se retiraron de Colombia. Además, cabe anotar la venta de emporios económicos a grupos extranjeros, almacenes Éxito fue comprada por un grupo empresarial del Salvador, El comercio también evidencia un retroceso notable, desapareció la cadena de almacenes La Catorce, Colsubsidio cerró 72 almacenes, productos Familia fue comprada por el consorcio sueco Tork. Postobón está en proceso de adquisición por un grupo empresarial de Guatemala.
Las actividades petroleras y mineras están retrocediendo ante la hostilidad gubernamental que considera la necesidad que el País se empobrezca, liquidando sus principales bienes de comercio exterior. Salió del País la empresa petrolera Shell, se le prohibió la actividad exploratoria a Ecopetrol; se cerró la producción de carbón de la empresa Prodeco, disminuyó la producción de Cerrejón y varias empresas mineras de carbón se hallan paralizadas.
El actual Presidente, un antiguo terrorista de barriada se declaró un ecologista fanático, por lo cual, dio rienda suelta a acuerdos paralizantes de las actividades productivas tales como el de Escazú y el convenio Ramsar, por los cuales todo un enjambre de ONGs pueden torpedear los proyectos de desarrollo.
La construcción de obras públicas en Colombia se caracteriza por una lentitud desesperante, por lo cual el País carece de una infraestructura adecuada para un verdadero desarrollo, el Litoral Pacífico con más de 1000 kilómetros de longitud es un foco de miseria, donde el desarrollo vial y portuario es mínimo, obras tales como la vía Animas-Nuquí o el puerto de Tribugá solamente existen en la oratoria hueca de tribunos charlatanes.
Las obras viales se paralizan porque les inventan áreas reservadas por el descubrimiento de alguna especie de escarabajo o de cucaracha en vías de extinción, la “biodiversidad” adquirió la categoría de un dogma religioso. En esto se ha llegado al colmo de la idiotez con el proyecto de destruir la carretera Calamar- Miraflores para proteger una selva que desapareció con los cultivos de coca.
En medio del desgano y la bobería, el suministro de energía eléctrica futuro carece de proyectos de envergadura posteriores a la central de Ituango. No hay proyecto de suministro de agua para Bogotá posterior a Chingaza.
Las pocas obras en progreso en el departamento de Antioquia se ven torpedeadas por el Gobierno Central, lo cual alienta deseos separatistas en dicho departamento.
A la tradicional incuria de los gobiernos, se agrega un mandatario, cuyos desvaríos mentales lo han llevado a sabotear el desarrollo de Colombia, alentando el progreso de bandas de forajidos que mantienen en ascuas a la ciudadanía y tolerando la corrupción, hasta niveles increíbles.