Juzgado de Bucaramanga condenó al exjefe ‘para’ Carlos Mario Jiménez por homicidios y masacres en el sur de Bolívar
Resumen
Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’, fue condenado por el Juzgado de Bucaramanga por crímenes como homicidio agravado y desplazamiento forzado. Su confesión abarca el asesinato de líderes sociales del sur de Bolívar. Esto representa un paso hacia la reparación de las víctimas.
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Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’, comandante del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entre los años 2000 y 2005, fue condenado recientemente por el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Bucaramanga, al ser hallado responsable de múltiples crímenes, entre ellos homicidio agravado, homicidio en persona protegida, desaparición y desplazamiento forzados.
Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE
El Bloque Central Bolívar, bajo el mando de alias “Macaco”, no solo ejercía un control armado sobre el territorio, sino también una injerencia directa sobre las instituciones locales, esto puso en la mira de los paramilitares a quienes promovían la organización comunitaria, los derechos humanos y el trabajo por la paz.
Esta persecución sistemática afectó gravemente a iniciativas como el PDPMM y a las personas que dedicaron su vida a la construcción de tejido social en medio del conflicto.
En este contexto, durante el proceso judicial, Jiménez confesó su responsabilidad en el asesinato de varios líderes sociales y comunitarios del sur de Bolívar, una región marcada por la fuerte presencia paramilitar en esa época. Entre los crímenes reconocidos se encuentra el del periodista comunitario Eduardo Estrada, asesinado el 16 de julio de 2001 por su labor en el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM).
De acuerdo con un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, en ese momento estaba empeñado en fundar una emisora comunitaria, que divulgara las voces de su territorio e impugnara la dominación que los actores armados ilegales habían impuesto desde finales de la década de 1990 en San Pablo, sur de Bolívar.
Su asesinato se presenta en el marco de la violencia paramilitar que se desplegó a partir de esos años sobre el Magdalena Medio. Amparados por el manto de una lucha contrainsurgente y con el trasfondo de una estrategia de control territorial, los paramilitares buscaron imponerse en San Pablo por medio de una ruta de terror que comenzó con la masacre de 14 personas en enero de 1999. Haciendo caso omiso a la ley del silencio que ellos pretendieron imponer, Eduardo buscó impulsar el empoderamiento político de la comunidad y el fortalecimiento de la veeduría ciudadana sobre los gobiernos locales, y se embarcó en un proyecto para la creación de una emisora comunitaria. Su asesinato en 2001, dos años después de la masacre, ilustra y condensa las dificultades, las amenazas y la violencia que enfrenta la comunicación social regional en medio del conflicto armado.
“La confesión de alias ‘Macaco’ representa un avance significativo para las familias de las víctimas, que habían expresado su necesidad de reivindicar el buen nombre de sus familiares asesinados, así como para el reconocimiento de la labor comunitaria de los liderazgos truncados por la violencia paramilitar. Por otra parte, para las comunidades del Magdalena Medio esta decisión judicial significa un paso más hacia la reparación moral de quienes fueron silenciados por su compromiso con la vida digna y la paz territorial”, expresó un vocero de la Comisión Colombiana de Juristas.