El mundo se une para prevenir la próxima pandemia

En un momento donde las cicatrices del COVID-19 aún palpitan en la memoria colectiva, la Organización Mundial de la Salud (OMS) está a punto de presentar un acuerdo internacional sin precedentes que redefine la forma en que la humanidad se prepara para enfrentar futuras pandemias. Tras más de tres años de intensas negociaciones, los Estados miembros alcanzaron un consenso histórico que será sometido a aprobación en mayo ante la Asamblea Mundial de la Salud.
Este nuevo pacto no es solo un documento: es un manifiesto global de voluntad política y cooperación multilateral, en el que la prevención, la preparación y la solidaridad se colocan como pilares fundamentales frente al caos y la desigualdad que marcaron la gestión de la crisis del coronavirus.
“El multilateralismo sigue vivo”, afirmó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. Con esta frase, subrayó el carácter histórico de este borrador que abarca desde redes de respuesta rápida hasta el enfoque “One Health”, integrando la salud humana, animal y ambiental como una estrategia única e interconectada.
El acuerdo propone, entre otras medidas, una red global de logística y suministro sanitario, el fortalecimiento de sistemas de salud en todos los continentes, la transferencia de tecnología médica mediante acuerdos voluntarios y la creación de capacidades científicas en países históricamente marginados. La meta: que ninguna nación vuelva a enfrentar sola una amenaza sanitaria global.
Sin embargo, el camino no fue fácil. Uno de los puntos más controvertidos fue el Artículo 11, que aborda la transferencia de tecnologías a países en desarrollo. Aunque el texto final no obliga a dicha transferencia, sí promueve incentivos regulatorios y condiciones económicas favorables para garantizar un acceso equitativo en futuras crisis.
Asimismo, el acuerdo responde a voces críticas que temían un exceso de poder por parte de la OMS: deja claro que la soberanía nacional será respetada, y que el organismo no tendrá autoridad para imponer confinamientos, cierres fronterizos ni vacunaciones obligatorias. Cada país seguirá siendo dueño de sus decisiones sanitarias.
Desde Brasil hasta Tailandia, el proceso fue liderado por una diversidad de voces. Precious Matsoso, copresidenta del Órgano de Negociación Intergubernamental, celebró que este tratado sea una herramienta para “proteger a las futuras generaciones del sufrimiento vivido”. Por su parte, la embajadora francesa Anne-Claire Amprou resaltó que “la fuerza del acuerdo no está solo en la respuesta técnica, sino en su enfoque coordinado, humano y justo”.