Carmiña Villegas explicó la manera correcta para comer una oblea
Resumen
Carmiña Villegas, experta en etiqueta, enseña que la oblea debe comerse troceada para evitar desorden y disfrutarla mejor. Este consejo se adapta tanto para comer en la mesa como de pie en la calle.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)La reconocida experta en etiqueta y empresaria colombiana Carmiña Villegas continúa sorprendiendo a sus seguidores con recomendaciones sobre cómo llevar a la mesa algunos de los alimentos más tradicionales de la cocina colombiana. En esta ocasión, se refirió a la oblea, ese clásico antojito andino compuesto por dos láminas delgadas y un relleno que puede ir desde arequipe y queso hasta mermelada o crema de leche.
Con su estilo directo y didáctico, Carmiña explicó que este popular postre no debe comerse a mordiscos ni mucho menos en desorden. “Apasionados de la mesa, no se coma la oblea a mordiscos. Les recomiendo que, cuando ofrezcan una oblea en la mesa, la trocen a la mitad y, por pequeños pedazos, se la vayan comiendo”, señaló en uno de sus videos.
Esta recomendación se suma a las que ha compartido anteriormente sobre buñuelos, pan de bono y otros amasijos, en las que siempre sugiere partir el alimento en porciones pequeñas para evitar excesos y, por supuesto, accidentes como dedos untados o migas por doquier. “Así evitan llenarse toda la boca de arequipe, migas, untarse los dedos y comen correctamente”, enfatizó.
Pero no todo se queda en el protocolo de mesa. Carmiña también tuvo en cuenta el contexto más común en el que se come una oblea: estando de pie, en la calle o durante un paseo. Para esos casos, también ofreció una opción: comerla por trozos, con la misma delicadeza que si se estuviera en una cena formal. “En caso de que no estén sentados en la mesa y ofrezcan la oblea estando de pie, de la misma manera, se va comiendo por pedazos”, concluyó.
El origen de su pasión por la etiqueta
Detrás de cada sugerencia de Villegas hay una historia de vida marcada por la observación, la sensibilidad y una profunda conexión con los detalles. Aunque es psicóloga de profesión, su pasión por la etiqueta y el universo de la mesa nació desde su infancia, cuando fue acogida por la familia de una amiga de origen libanés. En ese hogar, descubrió un mundo lleno de texturas, rituales y objetos de gran valor sentimental, como manteles tejidos en Beirut y vajillas heredadas con décadas de historia.
“Fue un conflicto de adolescente, porque veía ciertas cosas en la casa de mi amiga y en la mía no había nada. No tenía edad para hacer esos comentarios, quedaba como malcriada, pero después entendí que anda que ver”, confesó Carmiña durante su paso por el programa La Sala de Laura Acuña.
Esa sensibilidad la llevó a convertirse en una observadora nata, al punto de ser descrita como una "esponja" que absorbía cada detalle y luego lo compartía con entusiasmo en su entorno familiar. Más tarde, en la universidad, su pasión se reactivó cuando entabló una amistad con una compañera mayor, criada en Europa, en cuya casa aprendió sin esfuerzo formal, simplemente observando cómo se servían los alimentos, cómo se disponía la mesa y cómo el servicio se convertía en un arte.
De esos aprendizajes espontáneos nació una carrera empresarial que transformó a Carmiña en la primera gran “apasionada de la mesa” en Colombia. Hoy, no solo es referente en etiqueta y estilo de vida, sino que ha creado un sello propio en la forma en que se relaciona con lo cotidiano, enseñando a miles de personas cómo elevar la experiencia de compartir la comida con respeto, estética y cultura.
Desde una simple oblea hasta una cena formal, Villegas demuestra que no hay platillo insignificante cuando se trata de buenos modales y buen gusto.