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Resumen

Clarita recorre Bucaramanga y destaca la importancia de los pisos podotáctiles que guían a personas con discapacidad visual. Sin embargo, la falta de empatía y respeto ciudadano complica la movilidad segura.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Claudio Valdivieso
Vamos y vemos

Por: Claudio Valdivieso

Clarita es una feliz caminante de nuestra adorada Bucaramanga y desde muy temprano recorre los andenes en su habitual itinerario. Inicia el día con la esperanza de reclamar los medicamentos pendientes en el dispensario de su EPS, aunque ya conoce la concebida respuesta: ¡de pronto esta semana! Descartada la primera esperanza del día, continúa su itinerario con la eucaristía y su agenda de pensionada apenas le da el tiempo suficiente para cumplir con las citas médicas y el infaltable tintico que entrevueltas y revueltas toma medio cargado y escaso de azúcar para no contrariar a la nutricionista.

Dice Clarita que solo le falta el odómetro y un teodolito para medir las calles, y regresa en la tarde adolorida de caminar y cuidar sus tobillos al evitar trastabillarse en los desordenados andenes que tiraron su buena imagen al piso. Por supuesto, Clarita se ha encontrado con “autopistas” para caminar, y despertó la inquietud por los pisos podotáctiles y la relación con los colores del bastón de las personas con discapacidad visual. Su empatía la llevó a consultar y efectivamente, gracias a su investigación me invitó a compartir su descubrimiento. ¡Excelente!

¿Podotáctiles? ¡Así es!, respondió Clarita. Se trata del piso con señalizaciones que se pueden sentir con los pies y sirven para guiar a las personas con discapacidad visual. Las baldosas tienen una textura que hace que sea sensible al tacto de las personas cuando caminan sobre él, y deben estar conformadas por barras planas, alargadas y puntos permitiendo la detección con el bastón o el pie al contacto con el material. Por supuesto, la instalación de este piso está sujeto a una norma que en su gran mayoría se cumple a medias.

Añadió Clarita, que la gente poca atención le dedica a este cuento del Bastón Blanco, ya que los bastones usados por las personas con discapacidad visual tienen un color para indicar a los presentes que quien lo porta tiene problemas visuales, de modo que se tengan en cuenta las consideraciones adecuadas. El Bastón verde o amarillo indica baja visión; el Bastón blanco establece ceguera total, el rojo y blanco lo usan las personas con limitación visual y auditiva.

Insiste Clarita, que usualmente la misma falta de empatía de la gente no le permite ver las necesidades de las personas con discapacidad visual y muy poco, o pocos, se detienen a identificar y actuar de acuerdo a las señales o códigos que transmiten según la posición del bastón.  La verdad, ¡no estamos educados para esto!

A todo esto, se puede sumar el desorden y descuido por conservar los andenes ajustados a la necesidad de los peatones invidentes y “videntes”. Nada extraño si tropezamos con las motos parqueadas en el andén y los carros igualmente atravesados impidiendo un desplazamiento seguro a las personas con limitación visual o de movilidad.

Cada andén se convierte en una experiencia de supervivencia para el peatón dice Clarita, quien además considera necesario invitar al ciudadano que ve y se hace el ciego frente a la necesidad de las personas con limitaciones por falta de sentido común, ausencia de cultura ciudadana, carencia absoluta de empatía y hasta ignorancia.

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