Uribe: el padre de la patria contemporánea

Por: Jonathan Pineda

Hay hombres que pasan por la historia, y otros que la cambian. Álvaro Uribe Vélez no solo gobernó un país: lo rescató del miedo. Su nombre NO se pronuncia con tibieza; se dice con respeto o con rabia, pero nunca con indiferencia. Porque quien logra devolverle la esperanza a un pueblo, deja de ser presidente para convertirse en símbolo.

Uribe fue eso: el hombre que nos enseñó que Colombia sí podía levantarse. Cuando el país estaba arrodillado ante el terrorismo, él se puso de pie. Cuando nadie creía en el Estado, él devolvió la confianza. Cuando el miedo era costumbre, él demostró que se podía volver a vivir sin miedo.

No fue perfecto, pero fue valiente. Mientras otros se esconden en discursos, él se jugó la vida en decisiones. Y eso, en un país acostumbrado a las excusas, vale más que mil promesas.

Hoy, 21 de octubre de 2025, la historia le da la razón. El Tribunal Superior de Bogotá absolvió a Álvaro Uribe Vélez de todos los cargos por presunto soborno y manipulación de testigos. La justicia, después de años de persecución mediática y política, ha hablado con claridad: Uribe no es culpable. Y ese fallo no sólo limpia su nombre; reivindica una trayectoria, un modelo de gobierno y una forma de entender el poder que cambió a Colombia para siempre.

Esta decisión no es sólo jurídica. Es simbólica. Marca el regreso moral y político de un líder que nunca dejó de representar el orden, la autoridad y la esperanza. Porque en tiempos donde la inseguridad crece, la economía se tambalea y el gobierno improvisa, el país vuelve a mirar hacia quien sí supo gobernar.

Uribe no necesita defensores de escritorio, porque su mejor defensa está en los hechos. Y hoy, más que nunca, estos hechos vuelven a brillar. Su modelo de gobierno Seguridad Democrática, confianza inversionista y cohesión social no pertenece al pasado: sigue siendo la hoja de ruta que Colombia necesita recuperar.

Por eso, el camino para salvaguardar su legado es ¡volver a vivir sin miedo.! Esa fue su bandera, su causa y su promesa cumplida. Vivir sin miedo no es una consigna política; es la esencia de un país que alguna vez se levantó bajo su liderazgo y puede volver a hacerlo. La absolución de hoy no sólo reivindica a un hombre; devuelve la esperanza a millones que creyeron en él y nunca se rindieron.

Porque Álvaro Uribe Vélez no es un recuerdo, es presente y futuro. Es el padre de la patria contemporánea, el líder que convirtió la adversidad en carácter y el miedo en fuerza nacional.

Y lo digo con claridad y con orgullo: Uribe no prometió el cambio, lo hizo realidad. Y mientras Colombia siga pidiendo orden, rumbo y seguridad, su nombre seguirá siendo la brújula moral y política de una nación que, gracias a él, aprendió a ¡Vivir Sin Miedo!!