Telenovela gubernamental
Por: Jaime Galvis Vergara
Tradicionalmente los gobernantes de Colombia fueron pomposos y huraños. Algún Presidente se presentó en la población de Plato Magdalena, lugar muy caluroso, ataviado con sacoleva, alguien le preguntó si se sentía cómodo con semejante atuendo, a lo cual el Mandatario respondió que los ciudadanos de Plato nunca habían visto un presidente de la República y no quería defraudarlos.
Con el tiempo, la ceremonia disminuyó, los jefes de estado empezaron a tener rabietas en público, ocasionalmente aparecían sin corbata, montaban en bicicleta y de vez en cuando soltaban chascarrillos.
Gradualmente la solemnidad decayó, los mandatarios comenzaron a visitar lugares non sanctos en medio de tenidas alcohólicas, empezaron a recibir apelativos despectivos, tales como “El Bojote”, el cual apareció abrazando a la “Monita retrechera”. El cultivo de amistades dudosas lo llevó a introducir un elefante al Palacio Presidencial, esto a pesar de ser hermano de un sinuoso Caton criollo.
Posteriormente apareció un jefe de Estado con el curioso apelativo de “Tartufo”, tal vez, en homenaje a determinado escritor francés. Experto en cabriolas y tramoyas ayudado por Roberto Prieto, muy allegado a la familia presidencial y gerente de la campaña, preso por complicidad en maniobras fraudulentas de una connotada firma de ingeniería. En medio de esa trama, tuvo lugar el tierno romance de dos ministras de Estado, una de las cuales era titular del Ministerio del Transporte.
Posteriormente vino el desplome total de la imagen presidencial. La dipsomanía y la narco-dependencia ascendieron al poder, junto con toda clase de aberraciones. Los negocios dudosos proliferaron sin freno. En medio de esta telenovela pornográfica, el hermano del Mandatario se dedicó a vender amnistías en las cárceles, el hijo del Presidente, al derroche de los dineros de la campaña, la “Primera Dama” se volvió una funcionaria de la diplomacia y bailarina folclórica.
La amiguita del jefe de Estado se paseó por altos cargos oficiales, culminando con el nombramiento de Canciller. Un cocainómano confeso, llega al Ministerio del Interior. El Mandatario se pasea en Panamá, de mano cogida con un conocido travesti. En la Presidencia de Ecopetrol se encuentra el exjefe de la campaña presidencial y su atlético compañero de alcoba.
En semejante espectáculo de depravación, los rufianes de la guerrilla son dueños de la Colombia rural y de 10 curules en el Congreso
Además del saqueo del tesoro público y de la máxima exhibición de falta de decoro, surgen dos probables candidatos al premio Nobel de literatura, Daniel Mendoza y Gustavo Bolívar. En conclusión, en Colombia la pomposidad fue reemplazada por la pestilencia.