Señor Empresario
Resumen
La gobernanza debe basarse en la capacidad de trabajo, respetando el marco jurídico y los derechos ciudadanos. Las decisiones arbitrarias sin análisis constitucional, como nuevos impuestos, atentan contra el orden legal y social, demandando intervención judicial.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Una de las tantas cosas que la sociedad requiere por parte de los gobernantes de todos los niveles, es la capacidad de trabajo, mirada desde el punto de ejecuciones que vaya con el grado intelectual, objetivo social y don de buena persona como servidor público. Agrego que estamos en un país, cuyas decisiones se deben tomar en el marco del derecho, desde la constitución, pasando por las leyes, los decretos y otras disposiciones administrativas y organizativas.
No se puede, alegremente, por parte de un gobernador o una Asamblea Departamental, crear un impuesto de seguridad, en donde posiblemente le llegan muchos millones al ente oficial, en detrimento de los habitantes, sin que se haga el pleno estudio, empezando si se encuentra dentro del marco jurídico que pueda ser viable, y echarlo al lecho del río, para que navegue, porque todos los “indios de la rivera”, son analfabetas, no conocen las leyes y el poder está en el mediocre funcionario de turno.
Igualmente sucede con los incapaces funcionarios de orden municipal, en donde se dictan decretos, con base en unos acuerdos aprobados por los concejos de su comarca, sin que se estudie su referencia constitucional, que vaya contra los principios de igualdad, libre locomoción nacional y libertad de matricula del equipo de transporte. Por ello, todas estas decisiones han sido frenadas por la rama judicial, que tiene como tarea velar porque las actuaciones administrativas y legislativas lleven un orden establecido en la constitución de Colombia. No sobra agregar, el “impuestitis predial”, en donde las tasas suben, llegando en algunos casos a más del 300% de valores anteriores de referencia.
Pero esto descrito anteriormente, es solo un pedazo de chicharrón, comparado con las bestialidades, que cubren el marrano entero, que emana el presidente de la republica y sus incapaces ministros, pero si sagaces en contra de un orden establecido. La doctrina de Gustavo, presidente de los colombianos, es que las organizaciones de orden legislativo, judiciales y de control, como fiscalía, contralorías, procuraduría general de la nación y otros de significativo engranaje de una nación, son creadas por una “oligarquía”, que no tiene representación del pueblo y, por tanto, para él, valen menos que “el fruto de la gallina” o si está más drogado, el “fruto es de avestruz”. Por eso le importa un “carajo”, dictar sus decretos, a todas luces inconstitucionales, crear incertidumbres económicas con porquerías de concubinato, como lo denuncian de Ecopetrol, y engañar a los indios, a los de cero riquezas, con una esperanza que nunca llega, pero sí, para ser eterno en el poder. No se puede pasar por alto la llegada del ministro de justicia, creo, un tal Montealegre, con argumentos más rebuscados, que vellos en una cabeza calva, que no tienen nada que ver con lo jurídico. El orden, es un precepto divino. La Biblia dice, que Dios, creo el mundo en siete días; había un ordenamiento. Pero si miramos que también es producto de la evolución de las especies, según Charles Darwin, vemos que todo tiene un ordenamiento universal y divino, en donde unos “cafres” quieran botarlo al infinito de la basura intelectual.
*Contador Público-Asesor Empresarial.
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