Saber leer y escribir… bien
Resumen
Más de 700 millones aún sufren analfabetismo, y un número importante enfrenta el neo-analfabetismo, especialmente en países de ingresos bajos y medianos. Esto subraya la urgencia de una educación que no solo enseñe a leer y escribir, sino también a entender y comunicar.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Jaime Leal Afanador
Generalmente se piensa que el analfabetismo, o la incapacidad de leer y de escribir, es cosa del pasado, que son muy pocas las personas que lo sufren y que gracias a las políticas públicas la mayoría de la población ha recibido la educación para interactuar socialmente gracias al manejo del lenguaje, la redacción y la comprensión de textos de toda índole.
Diversos estudios estiman que más de 700 millones de personas en el mundo no saben leer ni escribir. Esto es un drama para la humanidad, incapaz de permitirles desarrollar estas competencias mínimas. Leer y escribir no es un privilegio, pues es tan importante como ver o caminar.
Sé que Usted, quien lee esta columna, es alguien que disfruta analizando, reflexionando y hasta cuestionando opiniones escritas como las que realizo. Para ello, no sólo lee bien, sino que asume una posición y refuta con argumentos, pero esto es algo que no todos pueden hacer.
En Colombia, los analfabetas están entre el 5 y 6 % de la población; es decir, más de dos millones de compatriotas. ¿Cómo pueden trabajar, relacionarse y construir un decoroso proyecto de vida, si ni siquiera entienden un manual instrucciones, una receta de cocina, un documento legal, una transacción financiera, leer un cartel de prohibición o moverse en cualquier sector de la economía? Ante la vergüenza de esto y la imposibilidad de mostrar condiciones básicas para un empleo, esto impulsa, en mucho, a la ilegalidad y el mal llamado dinero fácil se convierte en una opción: Para la criminalidad se necesita un peligroso arrojo, mas no saber leer ni escribir.
La situación se complica más
Muchísimos colombianos, de quienes hacen parte de ese 94 % de la población que dice leer y escribir, lo hace a medias, no entiende todo lo que lee y tiene enormes dificultades para poder expresar una idea por escrito. Esto es llamado analfabetismo funcional o neo-analfabetismo.
Según el Banco Mundial, 7 de cada 10 niños de países de ingreso bajo y mediano (Colombia está allí) no leen ni comprenden un texto simple a los 10 años. Otros estudios señalan que cerca del 80% de los egresados de facultades de educación tienen un bajo nivel de lectura crítica: aunque pueden leer y escribir, no comprenden completamente lo que leen. ¡Y son quienes se forman para ser maestros!
¿Sobre qué imaginarios y opiniones construye su vida una persona que construye su pensamiento a partir de realidades muy diferentes de las que se le presentan en un texto, o que simplemente no sabe expresar por escrito de forma precisa lo que desea? “La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo" Joseph Addison.
La situación es preocupante. Muchos de los problemas de intolerancia y violencia nacen de una mala comunicación, de incomprensión, de prevenciones y de erróneas acusaciones y entendimiento de lo que se escucha y asimila. Esto lleva a la polarización que tanto vivimos, a la exclusión y a la marginalización. Lleva a manipular el actuar de otros, a la compra de votos, al sectarismo político, al fanatismo religioso, a las falsas verdades, a las ideologías sin fundamento, a la drogadicción, al carácter mal formado y a la delincuencia.
Y no solo pasa en la población con menores recursos y restricciones educativas. Como he dicho, también se ve en muchos profesionales y adultos con formación académica. Además, porque la evolución mundial cada día nos demanda actualizar nuestra capacidad de identificar, comprender y manejar de forma fluida nuevos lenguajes, si queremos estar al día en los trabajos y no quedarnos rezagados.
Además de la necesidad, en ciertos ámbitos profesionales y sociales, de dominar un segundo y hasta un tercer idioma, la tecnología nos presiona a aprender términos, protocolos y formas de funcionamiento de múltiples plataformas, aplicaciones, desarrollos web y redes sociales; las nuevas leyes y políticas públicas recurren a términos, siglas y conceptos que es obligatorio entender para saber cómo el Estado nos concibe como ciudadanos; y el mundo financiero “juega” con términos y condiciones que debemos manejar si no queremos perder nuestros ahorros, entre otros múltiples retos que demanda la convivencia social, y por lo cual el analfabetismo no solo demanda saber leer y escribir, sino también nos lleva a la obligación de estar actualizados. Esto constituye una responsabilidad propia, pero también un llamado de atención a los adultos con su entorno y a quienes trabajamos en el mundo de la educación.
*Rector UNAD