Querido papá
Resumen
Una conmovedora carta donde un hijo agradece a su padre por su apoyo incondicional y expresa su gratitud a través de regalos y memorias. A pesar de la distancia, el amor y el respeto prevalecen, destacando la importancia de no dejar el amor en manos del tiempo.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Dile a mamá cuanto los extraño, que tuve que aprovechar a don Vicente para que les entregara estos presentes. Pa, los potreros de la sabana son muy buenos y fértiles; ya tengo una docena de novillas, una marrana, y pronto compraré la mula rusia que tanto te gusta. Es briosa, pero está enterita, don Calixto está muy necesitado y tendré esa oportunidad para comprarla.
Lamento no acompañarlos este día del padre, pero es imposible descuidar la hacienda porque el patrón es como la mula. ¡Brioso y patea duro! Tan pronto pueda, estaré ahí.
Pa, es el primer día del padre que faltaré. Gracias a todo lo que aprendí en los potreros de tus labores me ha servido para hacer dinerito y ahí voy, engordando “el marrano” para diciembre. Te recuerdo mi gratitud porque fuiste mi protector, mi tranquilidad y me dabas estabilidad para crecer y convertirme en el hombre que hoy encuentras. Cuídense mucho, recuerden que estoy ahorrando para repararles el ranchito, comprarles una cama, y regresar para devolverte el tiempo que me dedicaste siempre.
Don Vicente te entregará tu reloj, unas botas, una falda para mamá y el radio que tanto anhelaba el abuelo. Bendición pa, feliz día del padre, igual para mi abuelo.
Querido hijo:
Recibimos tu encomienda y ahora me dispongo a responderte. Muchas gracias por los presentes y seguramente te costaron una fortuna. Aquí todo está bien hijo, los achaques son los mismos, no pasa nada diferente de amanecer y anochecer. Te extrañamos en el sancocho y estrenamos tus regalos.
Como novedad, te cuento que durante el sancocho encontré una carta que me escribiste cuando ibas a la escuela de la vereda; en medio de mamarrachos escribiste “que me querías y nunca me olvidarías”. Encontrarla fue mi mejor regalo del padre. La leo todos los días, cada vez que puedo recordarla, porque ahora mi memoria dejó su lealtad y he abandonado muchos recuerdos que compartimos desde que naciste. Solo te pido, hijo, que si te olvido me perdones y no me culpes; si esto sucede, recuerda mis palabras, tu enseñanza, y los principios que en medio de la humildad que vivimos fortalezcan tu “riqueza” del alma para no empobrecer a tus semejantes y atesorarte de sus necesidades, de modo que evita untarla de monedas. ¡Vuelve pronto!
Mi reloj, aunque está nuevo amenaza mi tiempo, el viejo reloj de papá ya se detuvo y él también pronto lo hará y dormirá.
No dejes el amor en las manos del tiempo hijo, es verdad que el amor es un ejercicio que se debe practicar a cada instante y merece más tiempo que el mismo reloj. Recuerda las palabras de tu maestra y escritora Magdalena Ríos, quien te enseñó el beneficio del perdón a tiempo y al tiempo para evitar futuros remordimientos.
Gracias hijo, por honrarme todos los días del padre por el maravilloso ser humano que eres. Me enorgullecen tus acciones de justicia, gratitud y coherencia con Dios, con nosotros, ante la vida y tus semejantes. ¡Ese es mi mejor regalo!