Progenitor de sueños

Resumen

Lácides Puertas, personaje de *Regreso al Arado*, critica a su escritor por explotarlo y no dejarle enamorarse. Desilusionado, desafía al autor que lo crea torpe y brillante a la vez, mientras sueña con encontrar una musa de la misma naturaleza volátil.

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by Claudio Valdivieso
Progenitor de sueños

 

Estos escritores sin “vergüenzas” hacen y deshacen lo que les da la gana con nosotros los personajes de cuentos, novelas y guiones, dijo Lácides Puertas, el absurdo poeta y personaje principal ahora personificado e indocumentado de la novela *Regreso al Arado*, que ya casi, pronto, estará al alcance de los lectores en los estantes de las librerías.

 Por: Claudio Valdivieso

Expresa Lácides con malestar que además de exigirle al personaje perfección en su rol de buen hombre, el autor lo ha convertido simultáneamente en su propio antagonista, aunque parezca extraño encontrar en la vida personas que se traicionen, asimismo.  Es extraño, pero Lácides cuestiona a su progenitor porque no le cabe en la cabeza tanta torpeza y magia al mismo tiempo.

Para Lácides es inconcebible que los escritores deleguen en sus personajes el oficio de transportar al lector al fantástico territorio de la imaginación, además de recibir “cuantiosas” regalías que se gastan en cocteles, alta gastronomía, y para los personajes protagonistas, nada… qué vaina, dice el poeta, porque se siente explotado.

El autor de la novela esta vez le concedió a Lácides la oportunidad de escribir en calidad de columnista del periódico, sin censura, y el irreverente personaje se fue lanza en ristre contra su progenitor porque en ninguno de sus roles se ha enamorado de una mujer.

Sin embargo, el personaje vive con gratitud el amor a la vida; su conocimiento, la sabiduría, y sobre todo de las amargas vivencias convertidas en escuela del autor quien dibuja en las letras su estilo caricaturesco, pero sensato y conciliador consigo mismo.   Dice Lácides que todo esto es una locura. - por Dios, insistió, protestando contra el escritor que se burla de sus personajes hasta pulirlos extraordinariamente torpes, caricaturescos, brillantes y absurdos.

Lácides cansado de complacer a su “progenitor” ha intentado infructuoso huir de la novela, de su rol de protagonista, quien tomó con rebeldía una sorpresiva identidad romántica, exagerada, sin concederle al personaje contacto y acercamiento a una mujer de la misma procedencia… ¡la imaginación!  

-Quisiera enamorarme, pero no de cualquier mujer, protesta Lácides en grafitis y pancartas. Anhelo enamorarme de una mujer tan volátil como yo, para trabajar juntos y mantener bien ocupada la imaginación de mi progenitor en el afán de despertar sensaciones, emociones, reflexión, y todos los menesteres que al escritor se le ocurra para llegar al lector y contarle que la vida en la tierra es una cosa y otra es en la imaginación de un ambicioso y absurdo poeta que cree en el amor.     

El escritor de novela, infructuoso, ha intentado convencer a Lácides de que para crear un personaje brillante se requiere de mucha imaginación y hasta torpeza, porque en la literatura hay personajes accidentalmente brillantes. Lácides además de ser su propio antagonista es torpe y brillante, tan torpe como sumiso y tan brillante que el mismo escritor se convirtió en su discípulo. El poeta sostiene estar confundido entre la novela y la realidad de su existencia, celoso, de la bonita mujer que inspira a su progenitor.

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por Claudio Valdivieso
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