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Paz en el espejo

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by Claudio Valdivieso

 

Por: Claudio Valdivieso

Cada día trae su afán, despertamos al tanto de los pendientes de la semana anterior y de los que dejamos para hoy por no terminarlos ayer; despejamos dudas, reflexionamos y reiniciamos las tareas prioritarias como disfrutar de un provocativo desayuno para alimentar nuestro cuerpo, además de retomar la dieta espiritual para lograr equilibrio en la báscula del alma. 

Hoy, por evitar la palabra “siempre”, el blanco de la paz se ha “desvanecido” por el oscuro tono de las guerras, incluso, las internas que batallamos frente al espejo y nos desvela. Todas las guerras sin menor esfuerzo han adquirido una ventajosa posición frente y dentro de nosotros que igualmente, sin pretenderlo, aportan un granito de arena para opacar la paz que tanto anhelamos para el mundo. Podría suponer, que no soy el único “soldado” que enfrenta cada batalla diaria con la ilusión de izar la banderita blanca de la paz antes de conciliar el sueño como victoria.

Es muy complejo referirnos a los conflictos internos porque paradójicamente terminamos convertidos en nuestros propios adversarios. Navegar en la profundidad absoluta de la paz puede convertirse en una odisea por lo que esto implica al forcejear contra nuestro ego, orgullo, humildad y empatía. ¿Será posible que nuestras “virtudes” se convierten en eso para ignorar que estamos implicados en este proceso de paz en el que tanto debemos aportar?

¿Será qué nuestra paz aporta a los demás de lo mismo para lograr la otra paz que tanto promulgamos en todos los rincones del planeta?      

Alcanzar el estado de paz sin referirme a la del Estado, implica una serie de ejercicios internos que comprometen un poquito de empatía, comprensión, tolerancia, solidaridad, perdón, y la más compleja de todas que consiste en aceptar las diferencias de nuestros adversarios. ¡Sí! Realmente es muy difícil, pero, ¿lo hemos intentado?

La paz va más allá de izar la banderita blanca sobre la guerra que termina allí. ¿Será cierto que después de lidiar tanta batalla, incluso, en nuestro interior y lograr paz podemos transmitirla a nuestros semejantes?  ¿Qué tanto nos preocupa la paz ajena?

Paz: Etimología: Proviene del latín (pax): significa pacto, acuerdo, avenencia, tranquilidad, ausencia de hostilidad, armonía, calma, etc. La pregunta del millón: ¿En dónde hay que escarbar para encontrar el verdadero sentido de la paz, y quién disfrutaría de semejante beneficio?

El armónico sonido de la paz resuena tan bien que termina por convertirse en pretexto de los adversarios para declarar nuevas guerras en busca de otra supuesta y diferente paz.   

¿Podríamos llamar “guerra” a todo lo que irrumpa nuestra paz interior?

“La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz. (Rigoberta Menchú.  Premio Nobel de la Paz en 1992)

El hambre, la envidia, la difamación, la avaricia, la traición, la falta de salud, el apego al oro, el resentimiento y muchas acciones más, además de la impotencia, nos arrebata la paz y convierte nuestras almas en un campo de batalla.

Por una Semana Santa en paz.

 

 

 

 

 

 

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