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Obras públicas

Resumen

La infraestructura es clave para el desarrollo de un país. Colombia enfrenta demoras y corrupción en obras públicas, afectando su crecimiento. Urge mejorar procesos y cambiar la mentalidad para lograr obras eficientes y de calidad.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Leon Sandoval Ferreira
Obras públicas

Por: León Ferreira

El cemento es el reflejo de los avances de un país. Un país con infraestructura y construcción estéticas evidencia pujanza económica y bienestar. Desarrollo que debe ser mancomunado entre lo público y lo privado. La inversión de cada uno en su ámbito, en la medida que se construyan grandes complejos privados habitacionales, de comercio e industriales, parques tecnológicos y de ciberseguridad, requerirá también de una robusta infraestructura pública manifiesta en ejes viales, puertos de todo tipo, puentes, espacios públicos, vías de acceso e infraestructura adecuada en servicios públicos y de seguridad. Al aumentar la inversión pública en infraestructura de calidad, los particulares deberían hacer lo propio.

No puede haber un país desarrollado donde lo público y lo privado no crezcan de la mano. El problema de Colombia en materia de infraestructura pública son las obras cuyo proceso constructivo se vuelve eterno. No en vano, el sector de la construcción en general es el gran empleador, cuando está al alza tiene los mayores índices de empleabilidad. En el sentir de los gobernantes de turno, entre más tarden las obras, más empleos habrá y la tasa de desempleo disminuirá; los gobiernos mostrarán esas cifras como logros, así muchas obras públicas sean meros elefantes blancos.

Entre más se demore la construcción de una obra, mayor será el detrimento patrimonial. No se acompasa con el desarrollo que, para construir una cuadra urbana de una longitud lineal de entre 100 y 125 metros, se tarde entre 5 y 6 meses, evidencia de que algo no funciona bien. En efecto, no funciona bien el proceso de contratación y de ejecución de obras públicas. Por más esmero en el diseño de blindajes jurídicos y técnicos siempre permea la corrupción. Ésta se manifiesta en diversos escenarios, entre otros: a. La famosa componenda que implica sobrecostos, rebajas en la calidad de los materiales y mano de obra poco calificada. b. La crisis en la profesión de ingeniería, como casi todas las profesiones, la falta de preparación de los ingenieros civiles es frecuente, debido en gran parte, a la baja calidad de la educación que hoy día es impartida y los paupérrimos niveles de exigencia en las aulas. Hoy es posible obtener un título en ingeniería civil a distancia sin haber metido una bota en el lodo.

Si Colombia quiere ser grande en obras, lo primero que se requiere, es un cambio en la mentalidad ciudadana. Creer que mega obras de ingeniería con altísima calidad y estética son posibles, no inútiles adefesios para justificar ejecución presupuestal. Segundo, un cambio cultural, entender que la obra no es negocio para enriquecer al funcionario que emite un visto bueno y al constructor; toda obra pública es un servicio social a la patria. Los estados desarrollados como Israel se han construido a partir de la premisa que, todo se hace con excelencia para el Estado, sus ciudadanos y las generaciones que vendrán. Colombia en esta materia, tuvo un gobernante excepcional, el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla (1900-1975) graduado en ingeniería civil del Tri-State College (hoy Trine University de Indiana, Estados Unidos) quien lideró las grandes obras de infraestructura del siglo pasado, las que perduran hasta hoy. En obras, sin duda, el mejor presidente.

Tercero, se debe erradicar la cultura de las prórrogas contractuales y demoras en la construcción de obras públicas, si los estadounidenses y japoneses pueden construir una calle en una semana, los chinos un hospital en cuestión de días ¿Por qué los colombianos no pueden hacerlo también? El colombiano promedio terminó por aceptar como algo natural la maraña constructiva de polisombras y barro en el paisaje urbano. Si los colombianos quieren dejar de tener un país de obras mediocres deberían empezar por priorizar la disciplina, la excelencia, la decencia y abandonar el hiperambientalismo. Algún día, así será.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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