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Nicolás Arrieta rompe el silencio: su lucha contra las adicciones y el camino hacia la recuperación

Nicolás Arrieta rompe el silencio: su lucha contra las adicciones y el camino hacia la recuperación

Resumen

Nicolás Arrieta revela su batalla contra las adicciones en el pódcast Trapitos al Sol. Su valentía para hablar sin filtros sobre su rehabilitación y su camino hacia la recuperación ofrece un mensaje esperanzador para quienes enfrentan luchas similares.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Andrés Quijano

En una sociedad donde la apariencia suele esconder el dolor, el creador de contenido y streamer Nicolás Arrieta decidió hablar sin filtros sobre uno de los capítulos más oscuros y complejos de su vida: su lucha contra el consumo problemático de alcohol y drogas. Lo hizo en el pódcast Trapitos al sol, donde, con una honestidad cruda y sin eufemismos, compartió el proceso que lo llevó a tocar fondo y luego a iniciar un proceso de rehabilitación que aún continúa.

Durante años, Nicolás fue una de las figuras digitales más irreverentes del país. Su contenido, muchas veces sarcástico y polémico, lo convirtió en tendencia, pero lo que pocos sabían era que tras las cámaras se libraba una batalla silenciosa contra sus propios demonios. Fue en 2025 cuando el influenciador desapareció por completo de las redes, y ahora sabemos por qué: “Estuve en rehabilitación, estuve 20 días y me ayudó mucho a controlar el síndrome de abstinencia. Estoy medicado todos los días. No fue decisión mía, pero fue lo mejor que me pudo pasar”.

El inicio de la caída

La adicción no llegó de la noche a la mañana. Arrieta relató que desde muy joven comenzó a consumir, y que su primer gran alerta fue un episodio de coma etílico a los 18 años. Años después, durante la pandemia, el problema se intensificó: “Me tomaba una botella y media diaria, solo. Durante mis en vivos me desmayaba frente a la cámara. Me quedaba dormido por el trago”.

No era solo alcohol. La cocaína también apareció como una forma de escape en medio del desgaste emocional y profesional. El exceso de tiempo libre, sumado a la presión constante de producir contenido, lo llevó a convertir el consumo en una rutina. “Yo fui un adicto funcional durante años. Trabajaba, hacía contenido, y nadie sabía que consumía drogas”, admitió.

Internado a la fuerza

El punto de quiebre llegó con una intervención inesperada: “Me llevaron en ambulancia, me inyectaron y amanecí en un hospital psiquiátrico público. Estaba con personas que consumían bazuco, con brazaletes del Inpec. Fue fuerte, pero también me salvó”.

La experiencia, aunque traumática, le permitió ver la magnitud del problema y tomar medidas concretas. Reconoció que la situación era tan grave que no podía despertar sin consumir, y que sufría ataques de ansiedad si no tenía acceso a las sustancias. “Mi cuerpo ya no toleraba nada. Me levantaba hecho mierda, consumía, y nadie lo notaba”, relató.

Un mensaje para quienes luchan en silencio

Durante la conversación, Nicolás fue enfático en pedir ayuda antes de que sea demasiado tarde: “No esperen a que la policía los saque de su casa. No esperen a que los obliguen. Hablen con su familia, pidan ayuda. Guardarse un tiempo no está mal, es un reinicio”.

Actualmente lleva seis meses en rehabilitación y está intentando reorganizar su vida. Aunque confiesa que no ha dejado el alcohol por completo, ahora lo consume ocasionalmente y con moderación. También señaló que no descarta volver a internarse en un futuro, esta vez por decisión propia y en condiciones más humanas.

Una confesión que conmueve

La valentía de Arrieta al compartir su testimonio ha generado una ola de solidaridad en redes sociales. En un país donde hablar abiertamente sobre la salud mental y el consumo de sustancias sigue siendo tabú, sus palabras han sido recibidas como una bocanada de aire fresco. Muchos de sus seguidores han compartido experiencias similares, agradeciéndole por ponerle voz a una realidad silenciada.

Este relato de Nicolás Arrieta no es solo una historia personal: es un reflejo de las batallas que enfrentan miles de jóvenes atrapados entre la ansiedad, el desgaste emocional y las adicciones. Al abrir su corazón, el creador bogotano no solo está reconstruyendo su vida, también está ayudando a visibilizar una problemática urgente.

Como él mismo lo expresó: “Todavía sigo en eso, pero tuve que otra vez volver a construir todo, volver a empezar. Vivir sin estar así es complicado. Me tomó bastante tiempo, pero lo estoy logrando”.

En tiempos donde lo superficial predomina, Nicolás decidió mostrarse vulnerable. Y en esa vulnerabilidad, encontró su verdadera fortaleza.

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por Andrés Quijano

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