Neutralidad en el papel

Por: Maura Samara Suárez

Imaginemos que vivimos en Suiza: todos tienen internet en casa, en el metro, en el trabajo. Si una empresa ofrece acceso gratuito solo a Facebook o TikTok, la gente lo vería como una forma de manipulación: ¿por qué limitar lo que puedo ver a dos multinacionales? Yo tengo libertad digital. Entonces se prohíbe el zero rating, y no pasa nada. Nadie lo necesita. Nadie depende de eso. Todo el mundo sigue conectado. En Colombia, muchas personas no tienen internet fijo; pagan datos porque es lo único que pueden costear. En esos hogares, muchas personas usan WhatsApp para trabajar, venden productos por Instagram, reciben tareas por Facebook. Y lo hacen porque esas apps no les consumen datos. Entonces nos dicen que ya no podrán usarlas sin costo, “por la neutralidad en la red”.

Este tema ha estado en boca de todos esta semana. He intentado darle la vuelta y entender desde dónde esta decisión es a favor de los derechos humanos. Obviamente, las personas con mayor acceso a internet tienen la capacidad de acceder a más y mejor información, eso está claro. Y sí, las personas que solo acceden a las apps gratuitas están limitadas a la información que esas plataformas les ofrecen. Incluso, en algunos países la gente cree que Facebook es internet porque era lo primero que se abría. Eso también es injusto. Pero también es injusto quitarles a esas personas el único acceso que tenían a internet por “proteger derechos humanos”. ¿En qué punto esa protección se vuelve vulneración? Qué difícil pregunta.

He estado leyendo las entrevistas de Ana Bejarano, y cada vez me convenzo más de que ella no dimensionaba las consecuencias de lo que estaba proponiendo. Tal vez pensó que le íbamos a agradecer por permitir un acceso “neutral” a la red. La verdad es que esa es la consecuencia de tomar decisiones detrás de un escritorio en Bogotá. Solo hacía falta mirar un poquito más allá para darse cuenta de a cuántos iba a afectar.

Argumentos como: “El problema es que se permita que otros escojan las maneras en las que usamos internet, especialmente si lo hacen para lucrarse con nuestros datos.” Doctora Ana, solo por tener cualquiera de esas aplicaciones ya tienen nuestros datos. ¿Cuál va a ser la diferencia real con esta decisión?

Otro: “Eso es falso. La Corte no prohibió los planes que ofrecen aplicaciones que no gastan datos; lo que decidió fue que las empresas deben permitir que la gente elija cuáles aplicaciones quiere usar.” Como usted misma dijo en Blu Radio: “No sabemos”.

Y luego: “Movistar amplió su oferta de apps gratis tras la audiencia pública.” Por un módico valor de 600 pesos por 7 días (por día), o 2.300 por 30 días (por día), según el número de apps. Y en otros planes, apenas agregaron Waze, Twitter, Nequi y Daviplata.

“Seguramente muchas personas optarán por las mismas apps de Meta: Instagram, Facebook y WhatsApp.” Entonces, ¿cuál fue el punto de todo esto?

El entrevistador en Blu Radio le mencionó el caso de Chile. Allá ahora cobran por las apps que antes daban gratis. Su respuesta fue: “Pero no les subieron el precio a los planes”. Claro, solo que se acaban más rápido porque las apps más usadas ya no vienen incluidas.

Finalmente, usted dijo que la sentencia manda a la Comisión de Regulación a regular el asunto, algo que en realidad no aparece en la sentencia. Y luego agregó: “Veremos qué dice la sentencia”. Esperemos también qué dirán las telefónicas. Ojalá sea una decisión a favor de las personas, esta decisión solo pone la conectividad en manos de las empresas telefónicas.