Mujeres y emprendimientos (II)
Resumen
En Colombia, el 80% de los niños son criados por madres, muchas de ellas buscan en los microemprendimientos una salida económica, pero estos ingresos apenas permiten subsistir. La falta de educación en negocios sustentables perpetúa la informalidad y precariedad.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Para dar continuidad al tema de las mujeres y el emprendimiento y dar seguimiento a las preguntas ¿Por qué en su mayoría los microemprendimientos pertenecen a las mujeres? Recordemos que los microemprendimientos son los que se hacen casi como un “hobby”, pueden ser ventas por catálogo, artesanías o algún servicio que no está relacionado en cámara de comercio. Yo creo que para entender esto decir que el 80% de los niños en Colombia son criados por las madres y según cifras del DANE hay más de 12 millones de madres solteras.
Hay que tener en cuenta la carga tan grande que tienen muchas de estas mujeres, pagar la alimentación, el transporte, la ropa y la recreación de los hijos. Pensemos que en el mejor de los casos los padres ausentes aportan entre $400.000-$700.000, que finalmente no alcanza para los gastos. Estas mujeres se ven en la obligación de trabajar dejando a sus hijos cuidados por un abuelo o en horas escolares. Quiero que esto no lo veamos únicamente desde el privilegio, porque una mujer sin carrera universitaria, con hijos pequeños y sin familia que la apoye, le queda muy difícil trabajar diez horas en una oficina.
Estas mujeres encuentran una forma de ingreso en la informalidad, sea hacer confecciones desde casa, algún tipo de manualidad o comida y vender por redes sociales o a personas cercanas. Estos ingresos tienen varias características, probablemente apenas les alcance para mantener el hogar, son pensados a corto o mediano plazo, no cuentan con seguridad social, hay una clara ausencia de escalabilidad y bajos márgenes de rentabilidad.
Tengo una amiga que se llama Susanita, ella un hijo joven y no pudo concluir su carrera profesional. El padre del niño la dejó porque debía continuar estudiando y la madre de ella vive fuera del país. No pudo continuar estudiando porque su bebé estaba muy pequeño, tampoco podía trabajar por lo mismo, entonces lo que hace es ventas por catálogo. Susanita vende de todo, desde ropa interior, ropa, maquillajes, skincare y comestibles. Las ganancias son las necesarias para darle comida, ropa, pañales y juguetes a su bebé, pero nada más. Susanita además también vende unos desayunos para cumpleaños muy bonitos.
Les voy a contar que con lo que hace Susanita hoy nunca va a poder tener libertad financiera. Y no es por falta de esfuerzo, porque madruga, vende por catálogo, prepara desayunos y siempre está pensando en cómo sacar adelante a su hijo. El problema es que lo que gana apenas alcanza para lo básico, comida, pañales, transporte. No sobra nada para ahorrar, ni para invertir, ni para pensar en el futuro. Esa es la gran trampa, a ella, como a muchas mujeres, le hicieron creer que con un microemprendimiento podía lograr independencia, pero la realidad es que estos ingresos de subsistencia no conducen a libertad, sino a sobrevivir día a día.
Nos dicen que somos la base de la economía y parece un elogio, pero en realidad es una burla. Sí, tenemos las ganas, la evidencia está ahí, el 48% de las empresas registradas en Colombia son lideradas por mujeres. Pero cuando miramos más a fondo, el 97% de esas empresas son microempresas, negocios que apenas alcanzan para sobrevivir. Es escandaloso. No se trata de falta de esfuerzo, se trata de un sistema que nunca nos enseñó cómo crear negocios sustentables que nos permitan vivir de ellos y no solo sobrevivir. Porque mientras nos sigan condenando a la informalidad y a los ingresos de subsistencia, lo de “base de la economía” no es un reconocimiento, es un disfraz elegante de la precariedad que cargamos las mujeres todos los días.