Muestra de civismo
Resumen
La Caminata del Silencio evidenció el poder del civismo en Colombia. Miles de ciudadanos, vestidos de blanco, marcharon contra la violencia, la desinformación y en favor del respeto, solicitando a los dirigentes mayor responsabilidad y compostura.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Carlos Ivan Mantilla Velásquez
La solidaridad manifiesta en los marchantes de la multitudinaria Caminata del Silencio, que anduvo por las calles de las principales ciudades del país el pasado domingo 15 de junio, motivada por el aleve atentado contra la persona de Miguel Uribe Turbay y en torno a las plegarias por su recuperación, no solo debe interpretarse como la mayor demostración de fraternidad con el honorable senador, con su familia y allegados.
También debe ser tenida en cuenta como ejemplo de civismo, de cómo los colombianos podemos manifestar las inconformidades de forma pacífica. En este caso, la protesta en contra de la violencia proveniente de grupos delincuenciales enfilados en el narcotráfico, guerrillas y sus disidencias, minería ilegal, delincuencia común, desadaptados y todo tipo de irregulares, activados por fuerzas oscuras que buscan crear el caos para pescar en río revuelto y conseguir lucros políticos y económicos.
El río de caminantes con camisetas blancas que se vio en el paisaje ciudadano —caudaloso, pero cuidadoso de no desbordarse— es el pueblo colombiano que reapareció en gran magnitud, pidiendo en voz baja pero al unísono: que cese la violencia, que cesen las agresiones verbales, que se recupere el respeto. Que, ante todo, la clase dirigente tenga compostura. Que el presidente deje su lenguaje instigador. Que los congresistas legislen y dejen el micrófono contestatario. Que las altas cortes, en sus sabias decisiones, protejan la división de poderes y el Estado de Derecho en bien de una democracia cada vez más debilitada. Que los que desinforman en las redes sociales, en las plataformas, moderen su lenguaje y no distorsionen la realidad. Que los medios periodísticos —muy pocos— no pierdan la objetividad. Y que todos los colombianos respetemos nuestras diferencias. En fin, un llamado al respeto y a recuperar la decencia.
Esto, sumado a la intervención de la Iglesia en cabeza del cardenal Luis Rueda Aparicio, quien logró reunir a funcionarios de los más altos cargos del gobierno - casi en simultánea con la marcha - con el proposito de “desarmar y armonizar la palabra”, y que, mediante acta de compromiso firmada por los asistentes -presidente Gustavo Petro, presidentes del Senado y Cámara de Representantes Efraín Cepeda Saravia y Jaime Salamanca Torres; de la Corte Suprema, Octavio Tejeiro Duque; y de la Corte Constitucional, Jorge Ibáñez Najar; procurador, Gregorio Eljach Pacheco; contralor general, Carlos Rodríguez; y el registrador general, Hernán Penagos, entre otros-, documento que debe servir para que los firmantes, los que tienen las riendas del poder, dejen las vanidades y el egoísmo, y recuperen el buen cauce por el que debe ir Colombia.
No podemos seguir obnubilados ni dependiendo de caprichos ilusorios. Hay que respetar y ceñirse a lo que dicta nuestra Constitución, amplia y generosa, y dejarse de llamados a improvisaciones populares. Las necesidades del pueblo colombiano no dan espera. El pragmatismo y el respeto a la carta constitucional facilitarán el estudio consensuado de las reformas propuestas, y de ahí saldrán las fórmulas que conlleven a dar solución a los problemas que nos afectan a todos como país.
El buen civismo demostrado en la Caminata del Silencio evidencia que los ciudadanos decentes somos una inmensa mayoría. Debemos sentirnos orgullosos de poseer aún esos valores. Preocupémonos por cumplir con los deberes que tenemos con Colombia como ciudadanos, por dar buen ejemplo de civismo en nuestros hogares y a quienes hoy más lo necesitan.
“El título de Buen Ciudadano es preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero pueda darme”. -Simón Bolívar.