Moteros y caos
Resumen
El artículo trata sobre el caos generado por motociclistas, quienes, según el autor, se comportan de manera temeraria e irresponsable en las vías de Colombia. Se sugiere un control riguroso y medidas más estrictas para garantizar la seguridad vial.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: León Sandoval Ferreira
Hay columnas que resultan impopulares, esta es una de ellas. Las verdades incómodas deben ser escritas y publicadas por más fastidiosas que resultaren. No siempre las mayorías tienen la razón, las mayorías suelen equivocarse. El juego de la democracia exige mayorías, demostrado está hasta la saciedad que, lo popular no siempre es lo correcto. Vivir en comunidad implica civilidad y habilidades sociales, especialmente cuando se comparten espacios comunes como las vías públicas, cuyos actores son peatones y conductores de todo tipo de vehículos, entre los que destacan las populares motocicletas; asociadas al “concepto” de libertad y la facilidad para desplazarse han decaído en instrumento para atentar contra las normas de civilidad.
La tesis es sencilla, entre todos los actores viales, los motociclistas en su gruesa mayoría avenidos en moteros, no han desarrollado la habilidad para entender las consecuencias de sus actos temerarios sobre dos ruedas y los daños que pueden provocar sobre los demás actores viales. El motociclista promedio hace gala de nula empatía por la seguridad del otro. Es frecuente ver moteros violentando las normas de tránsito, marcha en contravía, invasión de espacios prohibidos, desacato de la luz roja, exceso de velocidad, transporte indebido de personas y cosas, motocicletas sin luces, otras ruidosas, piruetas ilegales y desprecio total por la autoridad vial. Los moteros se convirtieron en mayoría y creen que todo les está justificado. Hay un erróneo concepto al creer que la moto por su asequible precio frente al automóvil, es un vehículo masivo y al alcance de los más “desfavorecidos”, a quienes se les debe tolerar todo, entre ello, bravuconadas sobre dos ruedas.
No hay lugar en Colombia que sea ajeno al caos de los moteros. Las motos implican subdesarrollo, son vehículos masivos e invasivos. En Ciudad de Panamá existe la creencia que quien conduce una motocicleta es colombiano o venezolano, no panameño. Los moteros equívocamente creen que todo les está permitido y que las obligaciones son para los otros conductores. Las estadísticas no mienten: En los accidentes viales hay una altísima participación de motocicletas. En la comisión de delitos como atraco y sicariato casi siempre se cuenta con la intervención de una motocicleta. Se ha vuelto también, socialmente aceptadas las “tomas” nocturnas de las ciudades por parte de los moteros, como sucedió recientemente en Cali, donde un “influenciador” convocó a miles de moteros que volvieron un caos la Sultana del Valle. Este tipo de manifestaciones se ha vuelto popular en otras ciudades, los 31 de octubre en Bucaramanga. El motero hace lo que le venga en gana.
El asunto motero se salió del control de las autoridades, impotentes para controlar el uso del casco e implementos de seguridad, la revisión técnico-mecánica, el pago del impuesto vehicular, el SOAT y el respeto por las normas de tránsito. Los moteros ganaron el pulso; desplazaron al caballo y la bicicleta, se tomaron las vías urbanas, nacionales y rurales. Todo motociclista debería obligatoriamente pagar un seguro de responsabilidad civil adicional al SOAT, debería pagar peajes, debería haber un registro nacional de motos y motociclistas, para obtener la licencia de motociclista debería haber capacitación y exámenes rigurosos en aspectos médicos, psicológicos, técnicos y de habilidades motoras, no cualquiera puede ser motociclista.
El motociclista no debería prevalerse de su velocípedo para poner en riesgo la seguridad ajena. Es hora del llamado al orden con límites fuertes como se hace con los otros conductores y en otros países. La absoluta irresponsabilidad y marginalidad no pueden ser la tabla de toque de los motociclistas. Las autoridades deben imponer la ley. Los vendedores de motos y las academias para motociclistas deben ser solidariamente responsables con tasas al caos que han contribuido a crear. Los moteros se convirtieron en actores políticos que influyen en las elecciones locales con candidatos que buscan más privilegios para este gremio. Poco o nada les importa la seguridad de los demás, si realmente les importará no habría tanto motociclista irresponsable.