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Resumen

Lácides Puertas, protagonista de una novela, explora la vida como aprendizaje desde la niñez hasta la vejez, resaltando el valor de aprender de los errores y criticando la hipocresía de quienes se victimizan mientras traicionan y dañan a otros.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Claudio Valdivieso
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Por: Claudio Valdivieso

Para quienes desconocen a Lácides Puertas, es un poeta, es el personaje protagonista de una novela que pronto hará ruido en la imprenta y, a quienes conocen su habilidad para involucrarse en líos, les traigo un chisme por así decirlo, ya que su compleja creatividad inicia desde la imaginación del niño hasta la sabiduría del anciano.

Dice el “poeta Puertas”, que lo único que le encanta del mundo de los humanos es el tránsito de los primeros pasitos de la niñez hasta el bastón de la vejez, sostiene que ese corto trayecto de tiempo es la travesía por una escuela llamada vida, sino también, el arte de creer que todo en la vida se aprende a las buenas o por las malas, convencido, de que enseñan más los totazos de las malas porque esos hematomas conducen al recinto de la sabiduría, y es allí donde Lácides se torna incrédulo de ver la bajeza de ciertas prácticas de “seres humanos” que además de decepcionar producen animadversión.

Lácides, aburrido por falta de acción en su personaje se tomó un descanso y abrió el diccionario para consultar unas expresiones extrañas para él, que lo decepcionaron al descubrir que estas palabras sólo resultan de la maldad en las acciones de personas que brillan por ser una miseria humana, pero, que se esfuerzan por victimizarse y mostrar bondad ante los demás valiéndose de la traición. Dice Lácides, que estas personas manchan como una tinta reflectiva e indeleble hasta el espejo donde se miren.         

Sostiene Lácides, que la madre naturaleza no traiciona al hombre, pero tampoco entiende en medio de su ignorancia cómo hay personas que se traicionan a sí mismas en sus cuestionados valores, y hasta se atreven a “emparapetar” una mentira con otra para salir airoso y victimizarse ante quienes una, otra, y mil veces les extendió su mano sin importar el costo emocional que esto implica.

“Lácides, en la novela, es un ciudadano del común, es un hombre que vive y crece en el proceso del error que lo conduce a discernir en el territorio de la resiliencia y la sabiduría para entender a través de ellas el dolor que causan las acciones de las personas de mala fe, de escorias sociales que se ocultan bajo el rostro de samaritanos para destruir con sevicia a sus víctimas y convertirlas en el lobo malo del cuento a través de disparates, falacias y calumnias”.     

“El primer error que vivimos los seres humanos, según Lácides, es negar que somos el error y buscar la responsabilidad en los demás para culparlos de nuestras acciones”. La maldad no se puede encubrir con otra y mucho menos deben aplaudirse estas acciones que se velan como personas sensibles y empáticas, pero no son más que su propio monstruoso y destructor ego.

Lácides no es santo, está muy lejos de serlo, pero a través de la novela que protagoniza encontró la diferencia entre un error, un pecado y la maldad de las acciones, e invita a discernir sobre el propósito de la calumnia.

 

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