“Mi voto será por Carlos Bueno”

Resumen

Las elecciones en Bucaramanga del 2025 son un reflejo de la desilusión ciudadana tras la gestión de Hernández, quien convirtió su movimiento en una decepción que permitió el regreso de los políticos tradicionales y la corrupción. Ciudadanos ahora miran hacia nuevas opciones.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Oscar Jahir Hernandez
“Mi voto será por Carlos Bueno”

Las elecciones para escoger alcalde en Bucaramanga nunca han sido fáciles, pero ninguna había mostrado tanta efervescencia como las atípicas a celebrarse este 14 de diciembre de 2025. Con Luis Francisco Bohórquez se dio la típica contienda electoral entre partidos donde el voto de opinión ni siquiera se asomaba en el horizonte.

 Luego vino el ingeniero Rodolfo Hernández con una silenciosa estrategia de cuatro años de almuerzos en su casa generando la ebullición de esa opinión por la que nadie daba un peso, la misma que se desbordó con Juan Carlos Cárdenas en el mejor momento de Rodolfo, aplastando a la política tradicional, la cual quedó en cuidados intensivos por cuatro años completos. Ese triunfo ciudadano se reflejó en las urnas: tres representantes a la Cámara —dos de la Liga y uno del Verde— y un histórico 73% de apoyo en la elección presidencial.

Pero toda esa esperanza se vino abajo cuando Hernández y su familia decidieron convertir el partido que seis millones de colombianos lograron con su voto, en una tienda de barrio mal manejada. Una decepción que llevó de vuelta al poder a los políticos de siempre como Jaime Andrés Beltrán, quien, sentando en el sofá de Rodolfo, le pidió que no lo atacara en su intento por llegar a la alcaldía. Y el viejo, que ya no tenía ganas ni de pelear con él mismo, lo dejó avanzar sin oposición alguna, pese a haber sido él quien denunció públicamente la reprochable manera en que Beltrán manejaba a su antojo los contratos del Instituto de Salud.

 Con ese silencio, los tradicionales volvieron a respirar, y con ello poco a poco volvieron las prácticas delictivas a los estamentos públicos de la ciudad. De la mano de Jaime, bomberos comenzó a caerse, el alumbrado público se volvió un desastre, el Imebu, el Invisbu y el Isabu, retomaron el nauseabundo hedor de la corrupción del que ya se habían librado. La Alcaldía terminó convertida en una bolsa de empleo para las iglesias cristianas de la ciudad, donde el secretario de Hacienda decidió revivir la media anata para favorecer las arcas privadas de su jefe, y la secretaria de Salud se transformó en la peor cara de una administración que, tras hacer trampa para llegar, ahora pretende reelegirse a través de un pusilánime llamado Cristian Portilla.

 Por todo esto quise preguntarle a una amiga feligrés de la iglesia del exalcalde, si estaba dispuesta a seguir apoyando una sinvergüencería como estas, y de manera muy tranquila me respondió lo siguiente: “A todos nos engañaron, pero yo no voy a hablar por los demás. Ellos jugaron con mi fe, usaron la iglesia para llegar al poder y demostrar que no son más que unos ladrones. Respeto a mi pastor, pero me avergüenza haberlos apoyado. Mi relación con Dios seguirá intacta, pero esta vez mi voto será por Carlos Bueno”. No hay nada más que decir. Que la consciencia los acompañe a las urnas.

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por Oscar Jahir Hernandez
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