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Luto nacional

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by Jaime Arrubla

Nuestra democracia se encuentra de luto; ha perdido una joven promesa para su futuro y la política sigue siendo una de las profesiones más riesgosas de este país; lo que produce poco aliciente para nuestros jóvenes. Pareciera que nuestra nación da vueltas en el mismo remolino de la violencia. 

Por: Jaime Arrubla

En mi generación, nuestros padres contaban el horror de la muerte de un candidato presidencial vilmente asesinado, crimen que convulsionó al país, se trataba de Jorge Eliecer Gaitán a mediados del siglo XX. Muy pronto nos tocó presenciar a nosotros el asesinato de importantes líderes políticos que aspiraban a la presidencia de la República. Desfilan en ese camino de mártires Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo Ossa, Álvaro Gómez Hurtado. Unos de derecha otros de izquierda. La violencia no respeta ideologías.

Hemos hecho amnistías para la guerrilla, leyes suaves de sometimiento para las mafias, tratados de paz buscando erradicar la violencia, pero el narcotráfico ha ahondado las contradicciones del pueblo colombiano, se tomó las guerrillas que inicialmente tenían propósitos políticos, ahora son organizaciones multinacionales, de crimen organizado, que se resisten a una convivencia pacífica.

A mala hora este espiral de violencia que ha cobrado tantas vidas, se ha llevado ahora la de un joven audaz y luchador, a quien vimos sobresalir en el escenario político, lleno de entusiasmo para trabajar por su país y por la democracia. Su valor y su ejemplo han de ser el estímulo para que las nuevas generaciones defiendan su patria y clamen por la justicia.

El execrable crimen contra el senador Miguel Uribe Turbay, un joven político, esperanza para el futuro de la patria, nos demuestra que nada hemos logrado contra la violencia que se apoderó hace muchas décadas del país y que todo está por hacerse.

Pero lo peor que podría pasarnos es que abandonemos la lucha por la conciliación y por encontrar la paz para los colombianos. En homenaje a los caídos en esta lucha por la democracia, estamos obligados a seguir buscando caminos que nos lleven a una convivencia pacífica, a un país sin violencia. Pero son los violentos los que deben someterse y por ello la política no puede ser la de someter la nación a la voluntad de los criminales. La llamada política de paz total y su proyecto de ley que cursa en el Congreso deben revisarse.

 

Claro que reclamamos justicia y necesitamos saber quiénes fueron los autores intelectuales de este crimen, que ojalá no quede en la impunidad como han quedado tantos otros, de quienes apenas se logra conocer a los autores materiales, mientras los determinadores, los verdaderos responsables, permanecen en el anonimato y en la impunidad. Fuerzas oscuras, organizaciones mafiosas, disfrazadas de guerrillas políticas, con lazos internacionales, son quienes pretenden desestabilizar nuestra democracia.

Hay que perseverar en la democracia; a pesar de todos sus defectos, no ha encontrado la humanidad otra forma mejor de gobernar a los pueblos; hay que confiar en la justicia; debemos rodear nuestras instituciones, solo con su solidez, podemos derrotar la violencia y el miedo que ahora sienten los colombianos con su futuro.

 

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por Jaime Arrubla

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