Las ventanas rotas
Resumen
Bucaramanga enfrenta un deterioro social y alta criminalidad. La teoría de las ventanas rotas, aplicada exitosamente por Giuliani en Nueva York, sugiere que controlando delitos menores se puede mejorar la seguridad. Bucaramanga necesita volver a ser segura y cordial.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: León Sandoval Ferreira
Bucaramanga se encuentra en desorden generalizado, ornato, movilidad y lo social fallidos, y por supuesto, en materia de seguridad ciudadana, un desastre. La delincuencia campea descaradamente y manda en las calles. Las cifras del último año son contundentes: 180 homicidios, 2.435 casos de violencia intrafamiliar, 9.015 hurtos callejeros, 412 hurtos residenciales, 853 hurtos a comerciantes y 465 delitos sexuales denunciados. Las redes sociales a menudo exhiben imágenes de violencia contra todo tipo de personas. Los hampones deambulan frente a la mirada permisiva de las autoridades y la paciencia franciscana de los ciudadanos. Los días dominicales y festivos son los más inseguros porque la delincuencia se toma las calles impunemente, mientras los indigentes las hacen un muladar.
Aquí es donde la teoría de las ventanas rotas tiene cabida. Esta teoría postula que, cuando una ventana de una casa está rota, por mínimo que sea el daño debe repararse inmediatamente, porque de no hacerse, se producirá un efecto cascada donde los daños incrementarán hasta llegar al deterioro y ruina de la casa. Lo que se desatiende terminará por corromperse, esto es lo que sucedió con Bucaramanga; durante los últimos veinte años empezó un proceso paulatino de descomposición social y abandono del ornato público, la ciudad se afeó y los índices de criminalidad se elevaron. Bucaramanga dejó de ser la Ciudad de los Parques, la Ciudad más Cordial y la Ciudad más Bonita de Colombia para asemejarse a la Ciudad Gótica de D.C. Comics.
La teoría de las ventanas rotas fue aplicada con éxito por Rudolph Giuliani (1944), alcalde de Nueva York, EE. UU., de 1994 al 2001, por algunos, considerado su mejor alcalde. Giuliani recibió la ciudad con altísimos índices de criminalidad y logró reducirlos. Al final de su mandato, cambió la percepción sobre la seguridad ciudadana, no obstante ser el alcalde que debió sortear los atentados terroristas contra las Torres Gemelas del 9/11. La Administración Giuliani redujo la criminalidad aún por encima de la media total de los Estados Unidos, verbo y gracia, los delitos violentos disminuyeron en un 56% frente a un 28% nacional, y los delitos contra la propiedad privada redujeron en un 65% frente a un 26% nacional, cifras que evidencian logros y una mejora en la calidad de vida de los neoyorquinos.
En el marco de la aplicación de la teoría de las ventanas rotas por parte de Giuliani, destacan medidas como la mano dura que posó con severidad sobre la comisión de delitos menores, y cero tolerancias hacia la indigencia, la mendicidad, el vandalismo callejero, el grafitísmo, las basuras, el consumo de drogas en las calles. La alcaldía de Giuliani demostró que al incrementar los arrestos por delitos menores en un 70%, disminuyó simultáneamente la comisión de delitos graves. En su administración aumentó también el pie de fuerza policial y los sistemas de vigilancia, además de promover políticas para el crecimiento económico de la Ciudad.
La indigencia, la mendicidad y el vandalismo son la cuota inicial para el auge de la criminalidad. En Bucaramanga existe absoluta tolerancia para el indigente, el vándalo y delincuente menor que forman parte del paisaje habitual bumangués, al punto que, se ha llegado al extremo de que al atracador se le reprocha el atraco y de paso, se le agradece por no apuñalar a la víctima. Ojalá los alcaldes bumangueses acostumbrados al apoyo electoral en grupos que, con sus trabajos rayan el margen de la legalidad, por ejemplo, mototaxistas e invasores del espacio público, se amarrasen los pantalones; en lugar de hacerse los pingos con “la paloterapia” cuando la comunidad detiene a algún delincuente en flagrancia, aplicaran la teoría de las ventanas rotas en la ley. Entonces, posiblemente, Bucaramanga volverá a ser segura, la más bonita y la más cordial de Colombia ¿Es mucho pedir?