La felicidad en Colombia: entre afecto y desconfianza
Resumen
El Informe Mundial de la Felicidad 2025 revela que Colombia ocupa el puesto 61. Destacan las emociones positivas y el apoyo social, pero la confianza y generosidad formal son bajas. La disonancia entre calidez social y desconfianza institucional impide alcanzar mayor felicidad.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Se acaba de publicar el Informe Mundial de la Felicidad 2025, elaborado por el Centro de Investigación sobre Bienestar de la Universidad de Oxford en asociación con Gallup y la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La clasificación global de felicidad se basa en una pregunta de la Encuesta Mundial Gallup: “Imagina una escalera con escalones numerados del 0 al 10. La cima representa la mejor vida posible y la base, la peor. ¿En qué peldaño de la escalera te sientes en este momento?”
Además, el informe analiza factores como emociones positivas, apoyo social, libertad para tomar decisiones, generosidad y percepción de corrupción. Estos factores se evalúan a través de preguntas como: "¿Experimentó risa, disfrute y actividades interesantes durante gran parte del día de ayer?", “Si tuviera problemas, ¿tiene familiares o amigos con quienes pueda contar?”, "¿Está satisfecho con su libertad de elegir lo que hace con su vida?", "¿Ha donado dinero a una organización benéfica en el último mes?" y “¿Está extendida la corrupción en el gobierno?”
Los países nórdicos lideran el ranking mundial de felicidad, con Finlandia a la cabeza. Estos países destacan por su estabilidad económica y social, y altos niveles de confianza en las instituciones y en los ciudadanos.
Colombia ocupa el puesto 61 entre 147 países en el ranking mundial de felicidad. Se destaca en apoyo social y emociones positivas cotidianas, lo que sugiere una población con fuertes vínculos familiares y comunitarios. Sin embargo, muestra un desempeño bajo en variables clave como percepción de corrupción, generosidad formal (donaciones, voluntariado) y confianza interpersonal.
Este escenario refleja una paradoja colombiana: somos un pueblo cálido, solidario y expresivo, pero vivimos en un contexto donde la desconfianza y la desigualdad estructural limitan nuestro bienestar colectivo. Ayudamos a nuestros conocidos, pero dudamos del extraño. Queremos un país más justo, pero desconfiamos de las instituciones encargadas de construirlo. Esta disonancia entre el potencial humano y la fragilidad institucional explica por qué la felicidad en Colombia se mantiene en un nivel medio, sin alcanzar todo su posible desarrollo.
No obstante, estos datos no deben verse con resignación, sino con apertura a la reflexión. Si los vínculos sociales son uno de nuestros mayores activos, ¿cómo los fortalecemos más allá del círculo familiar? ¿Cómo reconstruimos la confianza en lo público? La felicidad no es solo una emoción efímera; es un reflejo de cómo funciona una sociedad. Y en Colombia, aún con todos sus desafíos, hay reservas de afecto, creatividad y esperanza que siguen vivas.
Este informe nos recuerda que, más allá de las cifras, construir un país feliz implica cuidar la calidad de nuestras relaciones humanas basadas en el respeto, el reconocimiento de la dignidad y, sobre todo, en el valor de la diferencia.
*Gonzalo Ordóñez Gómez. E-mail: fundparticipar@yahoo.es