La Entrega Silenciosa
Resumen
El gobierno de Petro firmó un memorando con Venezuela creando una zona binacional en la frontera sin consultar al Congreso. Esto revela graves fallas institucionales, expone riesgos significativos y podría limitar la capacidad de maniobra futura del país.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Felipe Rodríguez Espinel
Cómo Petro hipotecó la frontera sin avisarle al país. La reciente firma del memorando para crear una zona binacional entre Colombia y Venezuela representa uno de los errores más graves de procedimiento y estrategia del gobierno Petro. Más allá de las consideraciones ideológicas o de afinidad política con el régimen de Maduro, este acuerdo expone fallas institucionales preocupantes y plantea riesgos que superan ampliamente sus supuestos beneficios.
El primer gran error del gobierno fue la forma en que se gestó y firmó este acuerdo. En una democracia, las decisiones que comprometen el territorio nacional y tienen implicaciones de soberanía deben pasar por los filtros institucionales correspondientes. El hecho de que el Congreso de la República se haya enterado del memorando por declaraciones de Maduro y no por una presentación oficial del Ejecutivo es, en sí mismo, una violación grave del principio de transparencia democrática.
La ausencia de la Canciller en la firma del documento es otro síntoma preocupante. Que sea la ministra de Comercio, acompañada del jefe de gabinete, quien suscriba un acuerdo con implicaciones territoriales y de política exterior evidencia improvisación y falta de rigor institucional. Esto no es una simple formalidad, es el reconocimiento de que el gobierno actuó por fuera de los protocolos establecidos para este tipo de compromisos internacionales.
Petro ha vendido esta zona binacional como una panacea para los problemas estructurales de la frontera, el abandono estatal, la violencia, el narcotráfico y la pobreza. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y menos alentadora. La frontera colombo-venezolana no es solo una línea geográfica; es un ecosistema criminal consolidado donde operan más de 40 grupos armados ilegales quienes han convertido esta región en una zona gris donde el Estado de derecho prácticamente no existe. Pretender que un memorando de entendimiento va a transformar esta realidad es, en el mejor de los casos, ingenuo. En el peor, es una cortina de humo que legitimará el statu quo criminal bajo el eufemismo de cooperación binacional.
No es casualidad que este acuerdo se firme en el último tramo del gobierno Petro, cuando ya está en campaña electoral de facto. La zona binacional puede ser vista como un intento de crear hechos cumplidos que condicionen al próximo gobierno, independientemente de su orientación política. Esto es particularmente problemático porque compromete la capacidad de maniobra de futuras administraciones. Aunque el memorando puede ser denunciado, hacerlo implicaría costos políticos y diplomáticos que el gobierno actual no está pagando, sino trasladando a sus sucesores.
Esto no significa que Colombia deba renunciar a mejorar la situación en la frontera o a mantener relaciones pragmáticas con Venezuela. El Congreso tiene ahora la responsabilidad de ejercer un control político riguroso sobre esta iniciativa. La comisión accidental anunciada por el presidente del Senado es un primer paso necesario, pero insuficiente. Se requiere un debate nacional serio sobre los límites de la cooperación con regímenes autoritarios y sobre los procedimientos que debe seguir el Ejecutivo para comprometer el interés nacional.