La crisis migratoria venezolana

Por: Luis E. Gilibert

Desde hace más de una década, Venezuela vive una de las crisis humanitarias y migratorias más graves del continente. Se calcula que más de 7 millones de venezolanos han abandonado su país, generando un fenómeno que ha transformado no solo a nuestra apreciada Venezuela sino también, a los países receptores en América Latina, Europa e incluso Norteamérica.

El éxodo comenzó con perfiles relativamente homogéneos, familias de clase media, profesionales buscando mejores oportunidades o personas con suficientes recursos, para establecerse en países vecinos como Colombia, Ecuador o Perú. Sin embargo, los perfiles de los migrantes venezolanos han cambiado profundamente en los últimos años.

Hoy en día los nuevos migrantes tienden a provenir de sectores paupérrimos y empobrecidos, muchas veces sin documentos en regla, sin ahorros ni redes familiares o sociales en el país de destino. Esto los coloca en una situación de alta vulnerabilidad, expuestos a diferentes presiones incluyendo la explotación laboral, trata de personas, trabajo informal e incluso criminalización.

Mientras que al inicio del éxodo muchos profesionales, médicos, ingenieros, docentes lograban insertarse en mercados laborales relacionados a su formación, los nuevos perfiles suelen estar más ligados a actividades de supervivencia, vendedores ambulantes, obreros, trabajadoras domésticas, repartidores, entre otros. Además, hay un notable aumento de niños, adolescentes y adultos mayores viajando solos, lo que genera enormes desafíos humanitarios, y una gran inestabilidad para los países receptores.

Otro rasgo reciente en esta problemática es la migración pendular, es decir, personas que cruzan las fronteras repetidamente (sobre todo por zonas como Cúcuta, en Colombia) para acceder a alimentos, medicamentos o servicios básicos; este tipo de movilidad no necesariamente implica un asentamiento humano prolongado, pero sí presiona a las ciudades fronterizas en términos de recursos y atención humanitaria en todo sentido.

Un punto clave en la evolución del fenómeno es la respuesta de los países receptores, al inicio muchas naciones implementaron programas de regularización temporal, permisos especiales de residencia o acceso a servicios básicos, sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento de la población migrante, varios países han endurecido sus políticas migratorias, complicando aún más la situación de los nuevos migrantes.

Además, en los últimos años se ha observado un aumento en las rutas migratorias más peligrosas dirigidas hacia Norteamérica, como el cruce del Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, donde miles de venezolanos arriesgan su vida intentando llegar a los Estados Unidos. Estas rutas, llenas de riesgos naturales y redes criminales, reflejan la desesperación de quienes sienten que ya no tienen futuro en su patria ni en los países vecinos.

En resumen, la crisis migratoria venezolana ha evolucionado y diversificado sus perfiles, los nuevos migrantes enfrentan una problemática de noveles perfiles mucho más complejos demandando respuestas humanitarias y políticas públicas de los países receptores.