La clase dirigente de Colombia está dormida mientras Petro se aferra al poder como dictador

Si alguna duda quedaba sobre la metamorfosis política del presidente de Colombia Gustavo Petro Urrego, sus declaraciones en la celebración del ‘Día Internacional del Trabajo’ contra el Congreso de la República y contra la clase dirigente del país, que han puesto en calzas prietas a miles de empresarios que se preparan para abandonar el país, apareció el verdadero lobo que quiere devorar a ‘Caperucita Roja’ para acabar con la democracia colombiana.

Poco a poco y con el cálculo perverso de un régimen que vomita el odio y que predica la guerra contra los partidos históricos, envuelto en la mentira de ayudarle a los pobres para que sean los verdaderos dueños de la propiedad privada,  Petro utiliza las banderas de la anarquía, para atizar la candela que destruirá el sistema democrático colombiano, si es que de verdad existen varones con pantalones bien puestos para enfrentar el terrorismo de los bandidos que se han tomado el poder en Colombia.

Un país en llamas por el asesinato de veintisiete miembros de las fuerzas militares y de policía durante las últimas semanas, donde están creadas varias misiones de paz encabezadas por antiguos guerrilleros del Movimiento Diecinueve de Abril (M19), que ningún resultado han obtenido, porque sus antiguos aliados viven del producido de la cocaína en mas de trescientos mil hectáreas de los departamentos del sur de Colombia.

Un gobierno que odia a los miembros de las fuerzas militares y de policía, que los deja como carne de cañón en las zonas rojas del país donde padecen toda clase de humillaciones, en cabeza de un extraño personaje que dice ser el presidente de Colombia y que prefiere las alianzas con los grupos armados ilegales, antes que concederles a las fuerzas militares y de policía la atención y respeto que merecen porque son el brazo armado de la Constitución Colombiana y de las leyes de la república.

Todos los días el presidente de Colombia se autoproclama como defensor de los derechos humanos, mientras en instituciones nacionales se oculta la realidad de este país que cayó en manos de una dictadura asquerosa e impensable, porque los colombianos estábamos acostumbrados a las buenas prácticas políticas que dejó el régimen del Frente Nacional, formado por liberales y conservadores, que garantizaron el progreso y la paz de este país, a cuya sombra fueron indultados los guerrilleros liberales que tenían sus grupos vandálicos en los llanos orientales.

Salvemos la democracia colombiana con los miembros de la reserva activa del ejército, la policía, la fuerza aeroespacial de Colombia y con la Armada Nacional, debe ser la consigna para detener al lobo avariento, que engañó a la dócil ‘Caperucita Roja’, como se recuerda la Cartilla Alegría de Leer, en uno de los escritos del maestro Charles Perrault, que antiguamente se repartía y se leía en las escuelas pública del país.

Porque el lobo está en asechanza y cualquier día puede aparecer el peligroso personaje destruyendo el tejido social y condenando a los colombianos al castigo de convertirlos en ‘Pobres Absolutos’.