Geoparque Cañón del Chicamocha
El emblemático paisaje del Cañón del Chicamocha es un escenario natural formado por procesos geológicos internos y externos. En su paisaje rocoso reconocemos vestigios de mundos pasados con semblantes muy diferentes al actual, es decir, el paisaje que hoy vemos es la imagen del fotograma más reciente (último) de toda la extensa película sobre la historia de nuestro hogar común.
Sobre este tema (mundos fosilizados) se comentó más detalladamente en la columna de opinión del pasado 21 de junio, y también en la columna del 22 de marzo, en la cual se propuso el concepto ‘Simgeosis’: un neologismo acuñado para hacer referencia a la importancia de los procesos y materiales geológicos, tanto para la evolución de la vida como para el florecimiento de diferentes manifestaciones culturales.
La gran diversidad geológica, biológica y cultural que tiene el Cañón del Chicamocha, ofrece ingentes oportunidades para promover el desarrollo de diversas dinámicas, en beneficio de sus comunidades y la región en general.
El turismo especializado sostenible es una de esas dinámicas que puede ser estimulada aún más. El territorio tiene el potencial para ofrecer una amplia gama de actividades para amantes de la astronomía, la geología, los paisajes, la biología (avistamiento de aves, otras), la arqueología, arquitectura, historia y cultura en general.
Dicho en otras palabras, el Cañón del Chicamocha ofrece condiciones para disfrutar aventuras de diversas categorías: observación de estrellas y demás cuerpos celestes, realización de recorridos por caminos ancestrales y reales, contemplación de sus exuberantes paisajes (complementada con su historia geológica y riqueza biológica, entre otros aspectos), degustación de su variada gastronomía local (incluida la célebre pepitoria), disfrute de un buen chapuzón en alguno de sus cuerpos de agua fresca, adquisición de diversos productos autóctonos (incluidas las bellas artesanías que nos recuerdan nuestro paso por el territorio), entre otras diversas ofertas posibles.
Los seres humanos sentimos fascinación y perplejidad por diferentes elementos de nuestra realidad (astronofilia, geofilia, biofilia, arqueolofilia, otras ‘filias’) y nuestro gran cañón, por medio de sus múltiples escenarios naturales y culturales, ofrece la oportunidad de conectar con esos elementos del entorno que nos brindan esos estados de plenitud y deleite que anhelamos. Pero no solo eso, el Cañón del Chicamocha es también fuente de identidad regional, una gran aula para el aprendizaje y el fomento de la educación, un laboratorio natural de investigación, una atmósfera de creatividad e innovación, entre otros importantes alicientes.
En este sentido, la socialización del conocimiento entorno a la diversidad natural y cultural del territorio, al igual que su conservación, son aspectos fundamentales para garantizar la sostenibilidad de las dinámicas antes referidas, y por eso deben ser asumidas como compromisos inquebrantables e incluso como imperativos morales.
Toda la oferta natural y cultural que ofrece nuestro Cañón del Chicamocha armoniza con el concepto y dinámicas implícitas en la filosofía de los ‘Geoparques Mundiales de la UNESCO. Tenemos todo para lograr esta designación, pero necesitamos el compromiso y la perseverancia de todas las fuerzas vivas del territorio.