En la pelea Petro-Trump los únicos perdedores somos los colombianos
Resumen
Las tensiones entre Trump y Petro comprometen la relación Colombia-EE.UU., afectando seguridad y economía. Es vital que Colombia use diplomacia para evitar consecuencias negativas, mantener cooperación clave y evitar el antagonismo.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos entraron en una fase de deterioro que exige comportamientos cautos y reacciones sensatas. La reciente acusación del presidente Donald Trump contra el mandatario colombiano Gustavo Petro, al tildarlo de “líder del narcotráfico”, no es una frase más en la retórica internacional.
Aunque el enfrentamiento es personal entre los dos mandatarios, las frases de Donald Trump son una afrenta directa al Estado colombiano y provocaron un quiebre en canales que han sido esenciales para la seguridad nacional y la economía.
Lo único cierto es que en esa pelea Petro – Trump los únicos que perdemos somos los colombianos porque Estados Unidos es nuestro primer socio comercial y el principal aliado en la lucha contra el narcotráfico y la amenaza es quitar ayudas y elevar aranceles
Las transferencias y programas que superan los quinientos millones de dólares al año sostienen operaciones de interdicción, programas de sustitución y proyectos sociales en zonas vulnerables.
La amenaza de cortar esos recursos y de imponer aranceles adicionales coloca en riesgo empleos, exportaciones y la estabilidad de regiones que atraviesan procesos de transición.
El conflicto verbal tiene antecedentes concretos como una manifestación pública del Presidente Petro en territorio estadounidense, criterios divergentes sobre operaciones militares en el Caribe y declaraciones públicas que le echan gasolina, de lado y lado, a una hoguera encendida por estos dos personajes engreídos y que de gobernar no saben nada.
Esos actos erosionan la confianza con lo cual se horada la cooperación eficaz contra las cada vez más poderosas redes que trafican cocaína y que se financian con la violencia que golpea a Colombia.
Colombia requiere de una diplomacia hábil, que privilegie la defensa de intereses nacionales sobre la confrontación personal y, pese a las voces que aplauden las respuestas agresivas de Trump y piden una intervención militar en el país para sacar a Petro de la Presidencia, es menester calmar las aguas.
El llamado a consultas al Embajador de Colombia en Washington demuestra que hay alarma oficial. Ahora corresponde actuar con inteligencia y sin desplantes. Las alternativas son negociación técnica, diálogos multilaterales y la movilización de la sociedad civil y del sector privado para dimensionar el daño real de un conflicto dilatado.
Hacemos un llamado al Congreso, al empresariado y a los partidos políticos para que asuman una responsabilidad patriótica y empiecen por anteponer la salvaguarda de la economía y la seguridad nacional por encima de cualquier cálculo electoral.
La historia de la región muestra que los países que encuentran canales de entendimiento con Estados Unidos, aun con diferencias ideológicas vigentes, consiguen beneficios tangibles para sus ciudadanos.
Colombia no debe permitir que una disputa personal cierre las puertas de cooperación crucial. La Nación pierde si prevalece la lógica del antagonismo. Es momento de prudencia, de certezas institucionales y de acción coordinada. La tarea no puede seguir en manos de la improvisación ni en el terreno de la retórica irresponsable y ofensiva.