El spa
Resumen
Felipe encuentra alivio emocional y sabiduría en un inesperado masaje en un spa, donde la gentil terapista, con sus palabras y manos, lo guía a reevaluar sus prioridades, instándolo a tomar las riendas de sus emociones y a cuidar su alma con amor y discernimiento.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Claudio Valdivieso
Felipe soltó su estilógrafo de repente sobre el escritorio, apagó el computador y tomó el ultimo sorbo de café antes de cerrar la puerta de su oficina al Salir. Faltaba un tanto para las seis de la tarde. Se sentía decepcionado, incómodo, triste y agotado. Camino a casa, llamó a su esposa para avisarle que recogería más tarde a su pequeña hija y recompensarla con un helado de chocolate por dejar atrás los berrinches de la sopa de verduras y sonreírle a mamá con gratitud.
En el camino ingresó a un spa y fue recibido por una hermosa joven de palabras angelicales. – vengo muy tensionado. Ella le orientó y lo acompañó hasta la sala del servicio para prepararlo.
El hombre sentía calidez en su espalda, atraído por escuchar las historias de un pueblo; los amores, alegrías, y las cicatrices del alma. Felipe despertó mucha curiosidad al conectarse con esas palabras, quedó sorprendido ante la sabiduría de su masaje. ¡Esto es increíble!, pensaba, mientras su alma escuchaba el movimiento de las manos en su espalda.
¿Acaso este masaje va más allá de la piel? Preguntó Felipe, al sentir en su espalda la coreografía de las manos pausadas que alternaban tarareando notas musicales con las cálidas piedras esculpidas en letras. El hombre pretendía dormirse, pero cautivo por tanta sabiduría de la mujer, evitó hacerlo. ¡Estaba encantado!
¿Cuántos años tienes? Preguntó Felipe. ¿Cuántos necesitas? contestó sonriente la mujer. El hombre transitaba por los cuarenta, pero no encajaba de donde provenía tanta sabiduría en la serenidad de esas manos para relajar con tanta precisión la tensión de su alma.
La mujer le hablaba, le dijo que ella tenía más pasado por compartir que futuro por aprender y esto involucraba amor, destino y tiempo. Él hombre adoraba su esposa y a su empresa, pero estaba a punto de perderlas. Ella continuó con la “terapia” y contuvo silencio por unos segundos, mientras observaba las lágrimas del cliente. -Señor, discúlpame, ¿he sido imprudente? Ella sintió que el hombre estaba estancado en un final, no en el principio de la situación y esto cambiaba el orden. -No es un fin, es apenas otro principio, de modo que reacciona y cambia el objetivo de tu mirada.
Ordena tus prioridades, suelta las cargas que no te corresponden, protege los principios que te llevaron al amor reconociendo sus valores, y evita dejar los cuidados de tu alma en manos de quienes crees enriquecerte porque ellos pueden validar tus errores y esa deslealtad puede confundirte y conducirte a derrumbar a otros. Presta más atención al discernimiento y enlázalo con la coherencia de tus acciones y tu fe; seguramente, descubrirás que tus emociones han estado bajo el poder de otros, más no del tuyo. ¡Es cuestión de óptica!
El hombre sentía su alma sedada por la voz del masaje y escuchó: evita las acciones que te dirijan al remordimiento, ¡el tiempo va de prisa! Miró el rostro de la terapista y vio que se trataba de una anciana brillante como su nieta, la chica de la recepción.