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El Magisterium de Montealegre

Resumen

Eduardo Montealegre, ministro del Interior colombiano, defiende un atajo institucional ilegítimo para convocar una consulta popular, desatando críticas por su manipulación del derecho. Mauricio Gaona lo desenmascara, destacando los peligros de este autoritarismo disfrazado.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Edgar Muñoz
El Magisterium de Montealegre

Por: Edgar Julián Muñoz

En His Dark Materials, la saga de Philip Pullman, el Magisterium es la institución todopoderosa que controla el saber, impone el dogma y castiga la disidencia. En Colombia no tenemos daemonios, pero sí demonios: ministros con ínfulas de jueces supremos, disfrazados de eruditos, que reparten verdades como si fueran dogmas. Eduardo Montealegre, ministro del Interior, acaba de ofrecer una clase magistral de ese poder envuelto en retórica.

El debate reciente entre el ministro de Justicia y el constitucionalista Mauricio Gaona fue mucho más que una discusión académica. Fue el momento en que un tecnócrata picado de sabio quedó expuesto por un jurista que no se dejó intimidar por el aire doctoral de quien siempre ha creído que su cargo lo absuelve de la lógica.

Montealegre defendió que el presidente Petro puede convocar una consulta popular por decreto, saltándose al Congreso, e incluso habló de una Asamblea Constituyente como alternativa. Para justificarlo, se escudó en Marbury vs. Madison, un fallo de 1803, como si citar jurisprudencia extranjera lo eximiera de respetar nuestra Constitución. Pero lo peor, y sé que muchos quedamos sorprendidos con esa cátedra de derecho y de los cimientos constitucionales, fue la manera en que, perplejo, el hombre se mostró perdido en un debate que no debió dar. Porque cualquiera que hubiera hecho la tarea se habría informado más sobre el oponente. Ahí no había nada que hacer. El truco de Montealegre estaba descubierto: se cubre de citas y solemnidad para empujar ideas que huelen a autoritarismo.

Pero Mauricio Gaona no se dejó. Les puso nombres a los fantasmas: “exabrupto jurídico”, “peligroso”, “improcedente”. Le recordó que el presidente no puede ser juez de su propia causa ni reinterpretar la ley cuando le estorba. Y lo más brutal: le dijo que esto no es un bloqueo institucional, sino democracia. Que la oposición es el precio que se paga por esa democracia. Esto último fue tan potente que me hizo sentir el látigo de la Ilustración, la de verdad, la que fundó los pilares del Estado de Derecho, la que nos enseñó que el poder se limita con instituciones y no con voluntad política.

Montealegre, en su pose de magistrado iluminado, terminó en bola. Ya no era el académico respetable, sino el burócrata aferrado al poder que se esconde detrás de conceptos importados y normas maleables. Su argumento no era una tesis sino más bien una excusa.

La analogía con His Dark Materials no es gratuita. El Magisterium en la novela reprime la libertad de pensamiento y manipula a los ciudadanos. Aquí, Montealegre intenta hacer lo mismo al vender como legítimo un atajo institucional apurado, revestido de legitimidad técnica. Pero no hay nada más peligroso que un burócrata que se cree oráculo.

Lo que presenciamos no fue solo una porfía. Fue una defensa lúcida y desafiante contra un poder que intenta cambiar las reglas sin respetarlas. Es ahí cuando más vigilancia necesita el país, porque el autoritarismo disfrazado de tecnicismo no avanza con tanques, sino con aplausos. Pilas con eso.

Gaona no solo argumentó. también desenmascaró. Hizo lo que muy pocos se atreven a hacer frente a un personaje que se percibe como más inteligente que los demás: decirle en su cara que está mal, que es peligroso, que no puede jugar con la ley como si fuera plastilina. Esa valentía es la que necesitamos ahora. Y como lo he dicho antes, todos debemos hablar, así no nos sintamos con la capacidad para explicar claramente nuestras ideas.

En la novela de Pullman, los héroes enfrentan al Magisterium con verdades que incomodan. En Colombia, tenemos nuestros Lyra, nuestros Gaona, que se atreven a decir lo que otros callan. Montealegre y Petro pueden seguir montándola de sabios, pero el acto ya terminó. No es sabiduría lo que se oculta en poder disfrazado de discurso ilustrado. Y la máscara empieza a resquebrajarse.

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