El indigno
Resumen
En el Electorado de Baviera, un agitador popular llegó al poder prometiendo paz y cambios, pero su falta de habilidad y alianzas oscuras con criminales llevaron al caos. Eventualmente, Maximiliano I lo destituye con el apoyo del arrepentido pueblo.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Esta historia medieval tuvo ocurrencia en el Electorado de Baviera, bajo Maximiliano I, en tiempos del Sacro Imperio Romano. Los pobladores de una comarca, cansados de los señores de siempre, decidieron hacer una elección en la que resultó electo como Señor comarcal, un agitador popular que además de orate, era sinuoso, entelerido y enclenque; los pobladores creyeron que por tener esas características morales vendrían verdaderos cambios, justicia social y la paz con las comarcas vecinas.
El nuevo Señor de la Comarca era locuaz, divagaba entre lo humano y lo divino, prometió hacer carreteable el río que la bordeaba, ofreció ayuda a los siervos de la gleba, para ello endeudó la comarca con empréstitos que solicitaba al mismísimo Maximiliano I, los que por supuesto, no pudo pagar.
El nuevo Señor era lego en manejos del fisco. Jamás un orate ha sido buen administrador. Sólo sabía gastar y derrochar, además de llevar una vida licenciosa. Uno de sus asesores le dijo que si quería pasar a la historia debía buscar la paz con las comarcas vecinas, para ello, empezara por perdonar a los condenados a muerte, que eso le daría muy buenos réditos entre el vulgo.
Una mañana de primavera en plena sobredosis de absenta, el nuevo Señor dispuso una verbena en la plaza de la aduana comarcal; ordenó que sacarán del calabozo a los más peligrosos delincuentes condenados a pena de muerte, allí el Verdugo llevo a Douglas, célebre por secuestrar a los ricos bávaros, Thomas, famoso por asaltar los caudales públicos, Schlucht, recordado por armar revueltas contra el Príncipe Elector, Sackleinen, estafador, Albert, subversivo, Krippe, homicida a sueldo, Johannes, abusador de siervos feudales y Der Tiger que hacía todo lo anterior y más. Ese día, el nuevo Señor, pronunció: “Heme aquí rodeado de estos buenos señores en rehabilitación con quienes haré la paz y les concederé el perdón. Que viva el amor copernicano. Baviera el ombligo del mundo”
La comunidad estaba atónita, no podía creer lo que sus miserables ojos veían y sus oídos oían, no sabía si era el exceso de absenta o un mal chiste de aquel entelerido gobernante. Murmuraban, cómo un hombre que repudió a su esposa por otros hombres y no supo educar a sus retoños, puede hablar de paz y perdón, empero no haya tranquilidad en sí mismo menos podrá hilvanar una clara idea tras otra. Entre tanto, el nuevo Señor, hinchado de orgullo (en el fondo era absenta), con un ego sobre el cual solía treparse que, de haberse caído, seguramente se hubiera desnucado, vociferaba sandeces.
Bien sabía en el fondo, que no perseguía el bienestar de la comarca, ni acabar la guerra. Buscaba alianzas claves con criminales y forajidos para tener el control del territorio, hacer contrapeso a las tropas de Maximiliano I, y de esta manera, lograr la sumisión de sus electores y la intimidación de sus opositores.
El nuevo Señor hubo demostrado que era indigno no sólo para el cargo, también para ser humano. El Verdugo veía como la justicia se escapaba, entre los criminales estaba el homicida de su padre, que ahora gozaba del amparo del nuevo Señor.
Mientras tanto, Maximiliano I, el gran elector de Baviera, fue enterado sobre el pelmazo que gobernaba en su territorio y envió a sus emisarios para deponerlo por indignidad, lo que finalmente logró con el apoyo de la totalidad de los aldeanos que, arrepentidos no soportaban más a tan ruin gobierno.
La moraleja de este cuento medieval estriba en que el pueblo ignorante elige ignorantes, quien elige a un indigno se hace indigno. Jamás habrá fortaleza en un enclenque, ni verdades de un mitómano, ésto le costaría muchos años de pena y dolor al pueblo bávaro.
En suma, si quieres la paz, sé digno de ella, prepárate primero para la guerra.