El femenino importa
Resumen
El artículo analiza el uso del género femenino en profesiones históricamente dominadas por hombres, resaltando la importancia de usar términos como jueza, concejala y cancillera, reflejando el avance del lenguaje y el reconocimiento de la igualdad en el ámbito profesional.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Llevo un par de años con una ardua y hermosa tarea: leer a todas las mujeres que han ganado un Premio Nobel de Literatura. Y aunque algunas no están traducidas al español, voy poco a poco. Tengo varios recomendables en este campo: El acontecimiento, de Annie Ernaux; La vegetariana, de Han Kang; y algunos cuentos de Alice Munro. Mi último libro ha sido La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexievich.
Apenas estoy comenzando a leerlo, pero una frase me dio la inspiración de esta columna. “En el ejército soviético hubo cerca de un millón de mujeres. Dominaban todas las especialidades militares, incluso las más 'masculinas'. Incluso llegó a surgir cierto problema lingüístico: hasta entonces para las palabras 'conductor de carro de combate', 'infante' o 'tirador' no existía el género femenino, puesto que nunca antes las mujeres se habían encargado de estas tareas. El femenino de estas palabras nació allí mismo, en la guerra”. Me parece interesante porque hace algunos meses escribí la palabra concejala, refiriéndome a una mujer que hace parte del concejo de una ciudad. Una persona me dijo que esa palabra no existía, que el femenino era igual que el masculino: concejal.
Se distinguen tres tipologías de uso del lenguaje para las profesiones en femenino. La primera son los femeninos consolidados: aunque al principio solo era aceptada la palabra masculina para referirse a las profesiones, actualmente es aceptada la versión femenina, por ejemplo: ingeniera, médica o abogada. Con esta última hay una historia muy interesante. Una universidad en la ciudad todavía seguía poniendo “abogado” en los títulos universitarios de las mujeres. Una abogada solicitó que se le cambiara al femenino, a lo que contestaron que no, porque “el nombre de la carrera universitaria avalada por el Ministerio de Educación señala que el título otorgado para los egresados es de Abogado”. Finalmente interpuso una tutela que le dio la razón: su título debe decir abogada.
La segunda tipología es la de los comunes sin variación: palabras que no tuvieron género por mucho tiempo y fueron usadas para mujeres y hombres de la misma forma, por ejemplo, doctor o juez. Actualmente ya se ha naturalizado decir la jueza o la doctora, pero hace algunos años no era aceptado por la RAE. Incluso en España a la mujer fiscal le dicen fiscala.
La tercera tipología es la de los femeninos rechazados por la RAE. Palabras como soldada, lideresa o cancillera han sido negadas por la RAE, por lo que, según la norma, debería decirse la soldado, la líder o la canciller: nuevamente, cargos que históricamente han sido ocupados por hombres. Pero, por ejemplo, si vemos los últimos tres gobiernos de Colombia, se ha tenido canciller mujer. Creo que podemos comenzar a naturalizar decir cancillera. Realmente estoy bromeando, pero la realidad es que el uso del lenguaje es evolutivo; los términos se han ido ampliando con la gradual aceptación de los femeninos reconocidos.
El gran ejemplo es la palabra jueza. La primera mujer jueza de Colombia fue la abogada Rosita Rojas de Castro, en el año 1943, y el término jueza fue aceptado hasta el año 2014. Ya había algunos conceptos que lo aceptaban desde 1989 y 1992, pero fue oficial hasta la edición 23 del diccionario. Creo que ha sido un avance en el lenguaje, y el lenguaje nunca va a avanzar si no lo usamos. Por eso, aunque no suene tan bien para algunos, yo voy a usar el femenino de las profesiones, porque el lenguaje de las profesiones fue creado para los hombres, quienes eran los únicos que trabajaban. Nosotras tuvimos que ganar nuestros espacios, entonces voy a decir concejala, jueza y cancillera.