El eterno mito de la derecha en Colombia
Resumen
A pesar de la percepción común, Colombia ha adoptado políticas estatistas y asistencialistas en lugar de un verdadero conservadurismo. Los líderes, incluyendo aquellos considerados de derecha, han implementado medidas progresistas y estatales.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Edgar Julián Muñoz González
En el imaginario colectivo colombiano hay una idea que resulta ser un sofisma de distracción ni el verraco. Me refiero es al supuesto dominio de la derecha en nuestra política. Se habla de extremos, de centro, de conservadurismo férreo, pero la realidad es que Colombia ha sido históricamente un país con políticas de corte estatista, asistencialista y regulador, es decir, que es zurdo.
Tomemos como punto de partida a Gustavo Rojas Pinilla. Un militar que llegó al poder en un golpe de estado con el apoyo de conservadores como Mariano Ospina Pérez. Una dictadura de extrema derecha decían muchos, pero en la práctica implementó medidas de corte socialdemócrata: creó el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), impulsó la educación pública con la Universidad Pedagógica Nacional y promovió el voto femenino. Ninguna de estas iniciativas se asocia a la derecha clásica, sino más bien a un modelo de Estado intervencionista.
Ahora, en nuestra historia reciente, encontramos a Álvaro Uribe Vélez, etiquetado con frecuencia como el epítome de la derecha y la imagen criolla de Hitler. Sin embargo, ¿qué tan de derecha puede ser un líder que promovió la Ley 100, ampliando la cobertura de salud pública? ¿O que consolidó el Sisbén, un programa de subsidios para población vulnerable? ¿O que implementó Agro Ingreso Seguro, una política de ayudas directas al campo? Además, bajo su gobierno no existía una política de libre porte de armas, lo que lo aleja aún más del perfil clásico de un conservador radical.
Luego llegó Juan Manuel Santos quien, además de cimentar el proceso de paz con las FARC (una agenda típicamente de izquierda), entregó viviendas gratuitas, amplió programas de subsidios y mantuvo un modelo económico basado en el control estatal. Iván Duque tampoco rompió con esta línea: implementó el Ingreso Solidario, subsidió combustibles y extendió los auxilios durante la pandemia.
Sin embargo, con Gustavo Petro en el poder, la narrativa cambió en torno a un "giro hacia la izquierda", pero ¿realmente hay un punto de inflexión cuando los gobiernos anteriores ya aplicaban medidas de corte progresista? La realidad es que Colombia nunca ha abrazado un modelo de mercado totalmente abierto ni ha dado el salto hacia una economía plenamente capitalista. Un ciudadano promedio no puede comerciar libremente en plataformas como Etsy o eBay, abrir una cuenta de PayPal con facilidad o manejar dólares en su vida cotidiana sin restricciones.
Entonces, ¿de dónde sale la idea de que Colombia ha sido gobernada por la derecha? Esto es un problema de etiquetas mal utilizadas y de discusiones políticas superficiales que reducen el análisis a términos simplistas. Pero si miramos las políticas concretas, las decisiones económicas y el papel del Estado en la vida del ciudadano, es claro que Colombia ha sido y sigue siendo un país inclinado hacia la izquierda. Y lo más irónico es que la mayoría de quienes se autodenominan de derecha, han defendido y aplicado políticas que son fiscalizadas y proteccionistas.
Intervenciones como la de la representante Susana Boreal diciendo que la idea de las marchas son para “bloquear y afectar la riqueza de las personas que manejan este país y es en contra de esas personas porque los recursos del estado se desvían para donde ellos”, reflejan la preocupante desconexión con la realidad económica y la importancia del crecimiento productivo. Como bien resumió la campaña de Bill Clinton en los 90: ¡Es la economía, estúpido!
El reto, entonces, no es seguir enredados en debates sobre qué tan de derecha o de izquierda es un gobierno, sino preguntarnos qué modelo de país queremos: uno basado en la verdadera libertad económica y la apertura al mundo o uno donde el Estado siga siendo el gran actor de la economía, limitando el desarrollo individual. La discusión no es sobre ideologías, sino sobre resultados.