El detective
Resumen
Un 'romanticidio' pone en jaque a un detective atrapado por la seducción de la sospechosa, una mujer enigmática. La tecnología y métodos forenses fallan en descifrar su misterio, mientras el poeta revive pero pierde su memoria.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La unidad de criminalística adelantaba las pesquisas del crimen que terminó con la muerte de las ilusiones de un poeta. El hombre fue hallado en posición fetal debajo del escritorio de madera en el estudio de su casa. Su cuerpo inmóvil, agonizante, estaba sobre un tapete de hojas escritas con versos y poemas esparcidas sobre el piso en una escena devastadora. La mayoría de las hojas estaban impregnadas de vino, ceniza de cigarrillo y café. Bajo su cuerpo encontraron un poema inconcluso, rasgado y desgarrador, empapado en lágrimas del poeta y pintalabios de besos impresos por la mujer.
Presume el detective, que el poeta no resistió su decepción y cayó al piso durante una conversación que pudo evitarse o que jamás debió existir, con una hermosa mujer de cabello castaño, ojos verdes, tes blanca y de una escandalosa dulzura. La unidad de criminalística advierte de sólidos indicios para señalar a la bella mujer como autora material de dicho “romanticidio”.
Donpeña, el detective, se dedicó a investigar biométricamente a la bonita mujer implicada cotejando unas grabaciones (biometría de voz), sus huellas dactilares (dactiloscopia), realizó un reconocimiento del iris con unas fotos de sus ojos verdes, y dejó en manos del perito grafólogo la nota que le escribió al poeta. En fin, donpeñita tenía todo, igualmente, era asistido por un psiquiatra y un psicólogo forense. El poeta continuaba vivo, pero sin alma.
Además de la tecnología y del ostentoso “software” que dispone la unidad de criminalística para biometría, donpeña tuvo que acudir a los servicios de una vidente por la complejidad de los hechos y de la incriminada. El hombre asumió la investigación para identificarla, buscarla y capturarla, pero no había calculado las consecuencias de su trabajo por el encanto que había despertado hacia la mujer. Aseguró los grilletes a sus muñecas y como si alucinara quedó titubeante, sumiso y abrumado ante la peligrosa magia del positivo de su captura. Sin enterarse, el detective se fue enamorando de ella durante el cotejo biométrico, pero lo descubrió al enfrentarla en su obsesión. Seducido por un extrahumano beso que la mujer alojó en sus labios la liberó.
Ahora donpeñita estaba arrestado por los encantos de la mujer y menos podía olvidarla, aunque en su romántica prisión descubrió que esa desalmada arrastraba con quien se interpusiera en el camino de su belleza, su ego y la maldad. ¡Increíble! Ahora, ¿quién podía identificar el alma de esa mujer? Por Dios… este sí era un serio problema para la unidad de criminalística.
El grupo de inteligencia realizó un comité de oración por la emergencia e invitaron al papa, pastores, chamanes, exorcistas, ateos, espiritistas; psiquiatras, psicólogos y científicos, pero nada... solo resultaron inquietudes. Justo en ese momento despertó el poeta del romanticidio y recuperó el alma, aunque perdió su memoria.
El infructuoso comité dejó en evidencia que no existe un equipo (almabiometría) para identificar a las personas que con sus acciones destrozan el alma de sus víctimas sin dejar más rastro ni más pruebas que el dolor de una muerte en vida.