Educación básica de Bucaramanga: entre la Esperanza y la Frustración

Resumen

Bucaramanga enfrenta un reto en educación básica: mientras la cobertura y la deserción han mejorado, las brechas de aprendizaje y la alta repitencia en el sector oficial siguen siendo preocupantes. Se requiere liderazgo académico y cambios efectivos en el sistema.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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Educación básica de Bucaramanga: entre la Esperanza y la Frustración

Por: Fundación Participar*

Hoy, con un nuevo alcalde elegido, resulta ineludible recordar la enorme responsabilidad de garantizar el derecho a una educación de calidad para los niños, niñas y adolescentes de la ciudad, en coherencia con el ODS 4. No se trata únicamente de administrar un sector, sino de tomar decisiones que inciden directamente en las trayectorias de vida, las oportunidades futuras y la cohesión social. Lo que se haga en educación marcará por años la capacidad de Bucaramanga para reducir desigualdades y construir desarrollo.

En materia de cobertura, el Informe de Calidad de Vida 2025 muestra alertas claras. En transición, Bucaramanga alcanza una cobertura bruta del 94 %, pero la cobertura neta desciende al 73 %, lo que evidencia ingreso tardío y rezagos desde la primera infancia. Estas brechas se amplifican en la educación media, donde la cobertura bruta asciende al 103 %, mientras la cobertura neta apenas llega al 61 %. El sistema logra matricular estudiantes, pero no garantiza trayectorias educativas oportunas. Detrás del 103 % hay extraedad y repitencia; detrás del 61 %, jóvenes fuera del grado correspondiente a su edad o excluidos del sistema educativo.

En términos de calidad, Bucaramanga mantiene una posición relativamente favorable en las pruebas Saber 11. En 2024, el puntaje global se ubicó alrededor de los 275/500 puntos, por encima del promedio nacional. Sin embargo, esta ventaja no se ha traducido en mejoras sostenidas. Las variaciones han sido marginales y el leve aumento reciente responde, en parte, a cambios en la composición de los estudiantes evaluados. El promedio mejora, pero no necesariamente los estudiantes están aprendiendo.

En materia de repitencia y deserción, los datos evidencian una tensión interna del sistema educativo. La deserción intra-anual ha disminuido de manera sostenida: en el sector oficial pasó de niveles cercanos al 6 % antes de la pandemia a 4,5 % en 2024, mientras que en el sector no oficial cayó hasta 2,8 %, ubicando a Bucaramanga entre los municipios con menor deserción del área metropolitana. Sin embargo, esta mayor retención no se traduce en progreso académico. La repitencia, medida a través de la tasa de reprobación, se mantiene elevada en el sector oficial, alrededor del 7 %, y en 2024 incluso registró un leve aumento hasta 7,2 %, en contraste con el sector no oficial, donde descendió a 0,4 %.

En Bucaramanga, los datos describen un sistema que retiene, pero no transforma: baja la deserción, se sostienen coberturas y promedios aceptables frente al nivel nacional, pero la repitencia sigue alta en el sector oficial y las brechas de aprendizaje persisten desde la primera infancia. La educación de la ciudad se mueve así entre la esperanza o la frustración. El nuevo gobierno tiene el desafío de romper esta inercia mediante decisiones informadas y un liderazgo académico real que impulse cambios curriculares, pedagógicos y evaluativos. Más que gestión, se requiere conocimiento y voluntad política.

*Gonzalo Ordóñez Gómez. www.fundacionparticipar.com

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