Dominar español no es igual que dominar La Lengua Santandereana

Por: Circulo Amigos de Bucaramanga y Santander*

Como extranjero con mucho tiempo instalado en La Ciudad Bonita, recibir mensajes de expatriados y turistas buscando consejo expatriados buscando consejos sobre cómo vivir bien en Colombia es algo semanal. Siempre les digo que lo más importante es aprender la lengua.  ¿Pero cuál lengua?  En Santander hablamos el español más colorido y demostrativo de América Latina, pero poco conocida entre los del exterior que tal vez solo saben lo que se presenta en la clase, las películas, o plataformas en línea. Puede ser un golpetazo cuando uno se enfrente un Santandereano hablando su lengua materna. Experimenté esto de primera mano varias veces al llegar a la tierra querida. 

Cuando llegué yo hace varios años, después de camellar tanto tiempo en cocinas estadounidenses, tenía domino de español.  Pues, así pensé.  No me di cuenta de que lo que hablaba fue lo de México.  Imagínate como me vio la farmacéutica cuando la conté que tenía una calentura que no me dejó dormir y quería que me colaborara. Seguramente lo vio como piropo.

Una de las primeras expresiones aprendí en Colombia fue “por si las moscas.”.  Un amigo me invitó a la playa y me aconsejó llevar una sombrilla por si las moscas.  Pensé yo “¿Qué? ¿Por dónde me vas a llevar y los insectos tan bravos que uno se defiende con una sombrilla? ¿Más bien llevamos un toldo?”

No solo las expresiones, sino su estilo muy golpeado que hablan los Santandereanos. En los primeros meses aquí, me quedé con un par de pensionados en Barrio Álvarez.  ¡¡¡Cada tarde cuando volví de trabajar, la señora me gritó “Olé Chico!!!  ¿Cómo le fue el día de hoy!!!” en tono tan bravo me acordé de mi mamá cuando enteró de alguna travesura en la que me había metido. Pensé que hiciera algo malo y no sabía qué más decir sino, muy humildemente “Muy bien sumercé”. Eso pareció satisfacerla.

Aparte de eso, aprendí que contexto es todo.  Una noche, después de una conversación extensiva por WhatsApp, mi amiguita me escribió “Listo, estamos hablando.” Mi confusión sobre por qué decía algo tan obvio después de una hora de charla solo aumentó cuando dejó de hablarme por completo durante el resto de la noche.

Soy profe, y una mañana mientras alistaba el aula, vi que el remoto el vigilante me dio para la tele no funcionó Revisé las baterías, el enchufe, la pantalla, todo y no lo pude arreglar. Hasta que noté que el número del remoto no correspondía con la tele. Al salir de la clase para pedir otro remoto del vigilante, una alumna me gritó “Pilas, profe”. Y yo, como pingo, respondí. “Ya las revisé y el problema no es con las baterías.”

Pues, después de tanto tiempo ya no meto la pata tanto como antes. Éstes días me siento más Santandereano que Hipinto con lechecita. No ando tanto como pingo, sin entender todas las mariqueras que me dicen.  Muchas charlas, realizados con tintico y polas, me han ensayado bastante. Si Ud. se encuentre un extranjero pasando por nuestra ciudad, y parece que no entiende ni una palabra que sale de su jeta, que tenga paciencia.  De pronto el problema no es la falta de estudiar español, sino que todavía no tenía el placer de conocer Santandereano.