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Disciplina vial

Resumen

La protesta de motociclistas en Bogotá subraya problemas de disciplina vial. Los moteros generaron caos y exigen derechos sin reconocer responsabilidades, mientras gozan de privilegios y afectan la movilidad. Un reflejo del desorden vial que enfrenta Colombia.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Leon Sandoval Ferreira
Disciplina vial

El pasado 16 de septiembre se llevó a cabo una protesta ciudadana en Bogotá, provocó caos en la movilidad afectando negativamente la economía, la educación y el curso normal de la vida de muchos capitalinos. Otra protesta más de las múltiples que forman parte del diario vivir de los colombianos, protestar se ha catalogado erróneamente, como un derecho fundamental que permite afectar la vida de los conciudadanos en aras de proteger el derecho del grupo de interés que decide colapsar ciudades y vías nacionales. Afectar al otro para llamar la atención se volvió máxima. En esta oportunidad el gremio que protestó fue el de los moteros y prestadores del servicio de transporte ilegal porque el alcalde bogotano se atrevió a ponerles en cintura y exigirles disciplina vial.

El colombiano promedio carece de disciplina para la vida, el vaivén de las circunstancias define su día, por ello, ningún proyecto social o de país prospera. La movilidad vial en las ciudades colombianas se convirtió en un auténtico calvario protagonizado por vehículos particulares y de transporte público, bicicletas, patinetas y por supuesto, las infaltables motocicletas que han copado altísimas tasas de movilidad, en las que muchos colombianos prefieren trasportarse bajo la errónea creencia de su bajo precio, velocidad y tamaño para circular por cualquier lado.

No hay quién le ponga tatequieto a los moteros. Son los verdaderos amos y señores de las vías. Creen tener el derecho de movilizarse por cuanto espacio haya a la medida de su velocípedo: Sobre andenes, entre carriles, en sentido contrario, en la ciclorruta e incluso zigzagueando entre el tráfico automotor. Los llamados moteros gozan de privilegios, no pagan peajes, tienen cargas tributarias mínimas y de seguros bajísimos frente a su alta incidencia en el índice de accidentalidad vial.

En Colombia las motocicletas son un problema de orden público. Cuando un alcalde decide poner límites a la indisciplina vial, los moteros apelan a la protesta para entorpecer ciudades. Bloquean las vías de acceso, generas broncas en las calles y arrojar cientos de cascos sobre la vía pública, como si no fuese suficiente los privilegios de los que gozan. El transporte en motocicletas no es ningún tipo de solución a la problemática sobre la movilidad, por el contrario, son reflejo del subdesarrollo y de pobreza. En países desarrollados no se verá jamás el caos que vive Colombia por cuenta de las motocicletas.  La proliferación de motocicletas ha enriquecido a los empresarios de las plantas de ensamblaje en el País.

Sería importante que los señores moteros antes de colapsar ciudades hiciesen un ejercicio de reflexión y se dieran cuenta que, Ellos son realmente el problema y no el Estado. Son los motociclistas los que protestan porque no los dejan volarse los semáforos, transitar por los andenes, conducir sin casco, sin SOAT vigente, con exceso de pasajeros y de carga, en contravía, a exceso de velocidad y sin silenciador. Protestan porque les colocan comparendos y les inmovilizan sus motos.  Los moteros deberían pagar impuestos, peajes y contribuir con tasas ambientales y de movilidad. La motocicleta no fue concebida para circular por cualquier lugar y de cualquiera manera.

Los motociclistas deben tomar conciencia sobre la responsabilidad que les atañe. No son víctimas del sistema vial. El ser mayoría que protesta en montonera, no les da derecho alguno para violar las normas y desacatar a las autoridades de tránsito para imponer sus malas prácticas a todos los demás actores viales. Los ciudadanos no están para soportar las cargas de los moteros. El gobierno está en mora de gravar las motocicletas, de exigir responsabilidad social a las ensambladoras, de hacer más exigentes los requisitos para expedición de licencias de conducción. No más vándalos en dos ruedas, en últimas, se trata de un asunto de disciplina vial.

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por Leon Sandoval Ferreira

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