Desconexión juvenil con la política
Resumen
Los jóvenes se sienten desconectados de la política tradicional, buscando expresión en el arte y activismo digital. En un contexto de desencanto, su participación está cambiando y demanda una transformación de las estructuras que hasta ahora no los representan.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Luis E. Gilibert
En medio de un país sacudido por debates, reformas, y polarización, un silencio inquietante se impone: el de nuestros jóvenes frente a la política, no se trata de ignorancia ni apatía, se trata de un profundo desencanto.
Esta generación, nacida entre la violencia transmitida por los noticieros y la esperanza plasmada en los acuerdos de paz, hoy parece haber perdido la fe en las estructuras tradicionales que pretenden representarla. Nuestros jóvenes no encuentran eco en los discursos del Congreso ni en las agendas de los partidos, la política no les habla en su idioma, sus verdaderas preocupaciones -empleo digno, acceso real a la educación, salud oportuna, medio ambiente y seguridad en las calles- rara vez encuentran espacio en la agenda legislativa, la desconexión es real, pero no significa despolitización. Al contrario, muchos jóvenes están más conscientes que nunca, solo que su participación ha migrado: se expresa en el arte, el activismo digital, el emprendimiento social o la crítica desde el humor.
Este nuevo lenguaje de la participación pone a prueba a todas las instituciones, incluida la Fuerza Pública. ¿Cómo nos ven los jóvenes? Con recelo, en muchos casos, los sucesos de las protestas recientes dejaron cicatrices profundas y cuestionamientos legítimos, la imagen de la institución, otrora símbolo de honor y defensa de la patria hoy es fragmentada; para no pocos, alistarse en las filas no es una decisión de convicción, sino de necesidad.
La libreta militar es un trámite más, no un símbolo de compromiso patrio, y el servicio militar obligatorio genera más rechazo que orgullo, lo digo con dolor: no podemos pedirle a un joven que abrace las armas de la nación cuando no le hemos garantizado antes las herramientas para construir un proyecto de vida digno, esta fractura simbólica entre juventud e instituciones debe preocuparnos profundamente. Porque sin jóvenes comprometidos, informados y partícipes, no hay futuro democrático posible.
Y, sin embargo, hay chicos dentro de nuestras fuerzas que creen en una transformación desde dentro, entendiendo que portar un uniforme no puede estar reñido con el respeto irrestricto a los derechos humanos. Son jóvenes que anhelan una relación distinta entre Estado y ciudadanía, pero su voz es tenue, porque las instituciones aún no están escuchando.
Si no adaptamos nuestras estructuras al cambio cultural profundo que atraviesa a esta generación, si seguimos exigiendo que se acomoden al sistema en lugar de transformarlo juntos, el fracaso será nuestro. Ha llegado el momento de dejar de preguntarnos por qué los jóvenes no creen en la política y empezar a preguntarnos qué clase de país les estamos ofreciendo. Porque ellos no son el futuro, son el presente.
Desde esta esquina presentamos nuestro sentimiento de rechazo por el vil atentado al precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay y rogamos al Gran Hacedor por su pronta recuperación.