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De hombres y de mujeres

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by Leon Sandoval Ferreira

Por: León Sandoval Ferreira

La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) fue uno de los grandes logros de la sociedad occidental, consecuencia de las atrocidades de las dos grandes guerras y del holocausto judío del Siglo XX. El reconocimiento de los derechos humanos como catalizadores de civilidad permitió la valoración del concepto de dignidad humana en su estatus ontológico y moral.

Los derechos humanos fueron un revulsivo a la crisis humanitaria, lo cual es loable, no obstante, pareciera que han cumplido su ciclo, se han distorsionado al punto de desbordarse. Existe una crisis de hiperderechos. Todo lo que quepa en la imaginación human termina en derecho humano. El catálogo de derechos humanos cada vez se amplía más al punto que, rayan con la psicodelia, lo inmoral y la estulticia.

Este último escenario, llevó a la administración del presidente estadounidense Donald J. Trump (1946), a suscribir el pasado 05 de febrero, una orden ejecutiva que tiene por título “Mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos”, increíble pero cierto, con esta distorsión de los derechos humanos, muchos hombres participan en competencias deportivas femeniles.

La orden del Presidente Trump, pretende excluir a los atletas transgénero de las competencias femeninas de cualquier categoría, especialmente entre escolares. La orden tiene un argumento científico y natural, la elegibilidad deportiva ha de ser en función del sexo y no de la identidad de género o de reducción de testosterona. Lo cual es plausible y obvio. Las mujeres transgénero tienen ventajas atléticas sobre las mujeres, en tanto que, los hombres transgénero tienen desventajas atléticas frente a los hombres.

La medida es apoyada por la mitad de los gobernadores de los Estados Unidos; también hay voces disonantes, como la de la Gobernadora de Maine, Janet Mills (1947), que amenazó con demandar la orden ejecutiva para ante los tribunales. La orden es realista, resulta indigno para una dama compartir espacios privados con alguien de otro sexo, como lo es también para los caballeros. No hay excusa para que mujeres transgénero invadan espacios reservados para mujeres, como baños, barracas de unidades militares, prisiones, hospitales, saunas y spas.

La misma interpretación aplica para hombres transgénero invadiendo espacios reservados para hombres. El sexo genético no es una construcción social como aducen muchos académicos. El sexo es binario: hombre o mujer, pero no hay una puerta giratoria para que artificialmente se cambie de sexo según la conveniencia ideológica de turno. La carga cromosómica es XX y XY, en algunos casos hay variaciones excepcionales que deben ser atendidas según cada particularidad.

La identidad de género, es un constructo sexual a partir de la ideología que busca imponer una forma social donde desaparecen los roles naturales masculinos y femeninos. Moldear mentes infantiles por vía de discurso ideológico para crearles identidades sexuales ajenas a su naturaleza es un acto aberrante.

Ocurre en California, por orden del Gobernador Gavin Newsom (1967) los niños son manipulados por el sistema educativo alterando su orientación sexual mientras se les omite la información a sus padres.

El exceso de derechos humanos y de humanismo está llevando a la hecatombe moral y al socavamiento de la familia. Cada día hay más proliferación de tendencias surrealistas sacadas de una agenda global perversa ¿Qué sigue en ese mundo de hiperderechos humanos? ¿Matrimonios interespecies, humano y gato? ¿Ideología de género perruna y gatuna? El movimiento cultural destructivo arroja creces contaminadas en la batalla cultural; impondrá su anhelado orden, la ideología de género es una de sus armas.

Sólo hay dos géneros, masculino y femenino. Afirmar que la condición sexual se construye en la mente es desconocer la condición humana. Suficiente ya de ese juego de palabras: hombros, hombres, hombras, mujeros, mujeres y mujeras.

La realidad no cambia porque la reescriban sesudos académicos con Ph.D. desde una universidad. Simplemente se trata de ideología y manipulación social que rayan con la egolatría, el fanatismo y en algunos casos, la violencia.

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