Daños colaterales
Resumen
Daños colaterales, expresión de la guerra aplicada al impacto no buscado de ataques en el contexto colombiano, destaca cómo jóvenes y familias enteras sufren las graves consecuencias de actos violentos y de terrorismo, subrayando la falta de justicia.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La frase daños colaterales es una expresión tomada del lenguaje de la guerra. Refiere a las consecuencias negativas ocasionadas luego de un ataque sobre personas y cosas que no eran el objetivo militar. Son los daños no intencionados que se provocan sobre personas y bienes que no eran propósito del ataque legítimo, pero debido a circunstancias ajenas al deseo de la fuerza de ataque, terminan siendo afectadas de manera irreparable. Esta expresión propia del derecho internacional humanitario, conocido también como el derecho de la guerra (el conjunto de reglas que deben aplicar los combatientes) bien puede ser empleada en otros escenarios que no conservan relación directa con la guerra.
En el panorama colombiano existen dos casos recientes de daños colaterales. El primero acontecido el 08 de junio del año 2023, ese día, el patrullero Jhon Freddy Rodríguez, miembro del valiente y extinto ESMAD fue agredido por vándalos avenidos en terroristas con un elemento detonante en la Universidad Nacional de Colombia, atentado que le provocó serios daños neuronales. El patrullero que cumplía con su deber de proteger a la comunidad estudiantil quedó en estado vegetativo, situación que hoy también agobia como daño colateral a los padres del joven patrullero, que deben atender la precaria condición vital de su hijo, ocasionada por unos insanos mentales que consideraron que detonar bombas contra policiales era la mejor forma de protesta y de cambiar el País.
El segundo caso, ocurrió el pasado 07 de junio de 2025, cuando un adolescente en su condición de sicario a sueldo decidió atentar contra la vida de otro joven servidor público y precandidato presidencial, el senador Miguel Uribe Turbay, quien recibió tres disparos de arma de fuego, y hoy se debate entre la vida y la muerte. Son víctimas también, la esposa e hijos del senador, quienes deben cargar con la pena y el dolor de ver a su ser querido en precaria condición. Al igual, de quienes atentaron contra la vida del patrullero Rodríguez, el sicario que atentó contra el senador Uribe, es otro joven insano mental que, en lugar de una bomba artesanal, decidió disparar a mansalva y sin consideración alguna, una pistola Glock.
Estos dos casos de insania tienen a jóvenes como víctimas y victimarios, cuyos daños colaterales recaen sobre la familia: Padres, esposas, hijos, hermanos, tíos, sobrinos son también víctimas de unos miserables que decidieron arrojar bombas y balas. En últimas, para la víctima directa su vida entra en riesgo y puede terminar, pero las vidas de sus seres queridos quedarán fracturadas para siempre, no sólo por el dolor propio, también por el estrés del cuidador, el impacto económico del daño a la salud y la expectativa incierta de una justicia coja y tuerta que quizás nunca llegará.
¿Qué pasa por la cabeza de un joven terrorista que avienta bombas hechizas y la del que detona un arma sobre la cabeza de otro ser humano? ¡Ha de ser mierda la que reemplaza sus neuronas! Nunca se tomaron tiempo para pensar que sus insanos actos no sólo truncarían un proyecto de vida personal, también dañarían colateralmente a un grupo familiar, y de paso, provocarían zozobra social. En el mismo sentido ¿Qué pasa por la cabeza de quienes salen a defender e incluso a justificar a los jóvenes que cometen actos de terrorismo y sicariales?
El joven delincuente no merece consideración especial por parte de la justicia, menos pueden ser tratados como víctimas; son victimarios que provocan dolor, sangre y sufrimiento. Nadie tiene derecho de trasladar su carga y su propio dolor a otro. El agresor es agresor independiente de su edad. El sistema judicial para menores infractores fue diseñado para tratar al victimario como víctima, es una oda a la impunidad, los bandidos bien lo saben y obtienen colateral provecho.